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CAPITULO V M.ERITOS EN LAS CIENCIAS Y EN LAS ARTES Es el capítulo más glorioso de la historia de los conventuales en comparación con las otras ramas franciscanas. Nunca se ha observado entre ellos esa prevención contra los estudios caracte– rística de las épocas de reforma. El cultivo intelectual no es sola– mente un medio de acción, sino quizá la primera de las ocupacio– nes en servicio de la Iglesia. Debido a este prestigio cultural la Santa Sede ha echado mano con frecuencia de los conventuales para cargos de singular relieve y se ha complacido en elevarlos a las primeras dignidades. Desde mediados del siglo XVI pasan de 300 los que han ocupado sedes episcopales y son numerosos los cardenales. En el Concilio Tridentino la representación de los con– ventuales destacó por el número y la valía; fueron en total 78 entre Padres y teólogos. A partir del pontificado del Papa conventual Sixto V han sido siempre consultores oficiales de la sagrada Con– gregación de Ritos y del Santo Oficio. La Universidad romana de la Sapien::a debió el prestigio alcanzado en sus tiempos de mayor esplendor a los maestros conventuales que i-egentaron sus cátedras. También en otras varias universidades y en los semina– rios episcopales de Italia enseñaron los conventuales. ORGANIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS. Este crédito es tanto más de ponderar cuanto que los conven– tuales, al igual que los observantes de Italia, se desligaron de las

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