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28 MANCAL DE HISTORIA FRANCISCANA reavivó la cuestión y dió nuevo giro a la polémica. Recientemente ha vuelto sobre el tema el P. Abate, OF.MConv. con un concien– zudo estudio sobre la leyenda de los Tres Compaííeros. Todavía en nuestros días se ha dado a fantasear, con hipótesis que no han tenido éxito por lo peregrinas, el teólogo protestante Moor– man, en un estudio publicado en 19-W sobre las fuentes de la vida de San Francisco. La gran cuestión puede considerarse todavía en pie, sobre todo en lo que se refiere ·a la parte que corresponde a fray León. fray Angel y fray Rufino-los ((Tres Compañeros,i-en la con– fección de la vida de San Francisco. Después de todas las dis– cusiones y confrontados los pareceres, podemos establecer cornu más aceptables las siguientes conclusiones: l.ª El biógrafo más sereno y documentado, el más fiel intér– prete de la vida del fundador y de los primeros años de la Orden, es Tomás de Celano, que estribiú su Vita prima en 1228, a los dos años de la muerte del santo, por encargo de Gregario IX. Biografía destinada a la edificación, trata ante todo de presen– tar a San Francisco como un gran convertido y un dechado de vida perfecta; no es de extrañar, pues, que prescinda de las luchas del fundador en defensa de sus ideales. La Vita secunda escribióla Celano a base de los relatos y de las memorias pre– sentadas por los primeros compañeros de San Francisco. en especial por fray León, por orden del capítulo general de 1244,; para aquella fecha la Orden había alcanzado ya un gran desen– volvimiento y se había producido el primer período de lucha por el ideal franciscano. Esta biografía iba dirigida a los religiosos. como la primera se enderezaba más bien al pueblo; en ella Celano se propone salir al paso a los partidarios de mitigaciones y acomodaciones, presentando las puras intenciones de San Fran– cisco. De aquí la diferencia entre los dos escritos. 2.ª La Legenda de San Buenaventura fué redactada por el santo doctor por encargo del capítulo general de :'.\íarbona, con el fin de sustituir a las muchas «leyendasn que originaban con– fusión; éstas debían ser destruídas. La intención verdadera de

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