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252 MANUAL DE HISTORIA FRANCISCANA obediencia directa del nmustro general. hermosa institución des– aparecida con la Revolución francesa. El problema de más difícil solución. que llevó a la decadencia progresiva de los estudios. fué el de los lectores. En general la familia cismontana y las ramas reformada,, se oponían a que los religiosos adquirieran el doclorado en las universidmles y ;le hecho eran muy pocos los que lo oslenlalian. Esta pn'n'nción. por lo demás. fué común a toda la Oh;;cn anci:1. como lo prueba una ordenación capitular de 15:·}2 que prohibía en nli~oluto ohtenPr 6 rados univcr~ilnrios. La proliihici(m que.Jú sin efecto. pri111ero en bs pn>\·incins ,,co11fcderndas· de Francia y en el eslmlio de París. y despuÍ'.~ en toda,; las u!: rnmon!,'!V". El c:qiÍ' ulo general de 16tl2 le:-; confirmó el derecho ad,¡uirido. a cn11diciú11 de no pa:.;:ar el arnnccl c,:i;;:ido ¡ior In liniH~r,,idad., :omlici<Í11 ([lle sp cu111- plí1t renunciall(lo p(,r su parle los lel'lores fr:1!l:'i"r1mo, que rep;en– takm cúledrn:- llllt\ersiturias ;¡ cobrar c:us hunornrioc:. Pero ln llH!} o ría de Jo,; lectores dP ln Orden c,m·,·ía de for– maci{m uniYersiLnia: en Italia ca.,i !o(lo,. Parn s11plir (',s[a rlefi– cienria idet)se el si~tcrna de jH·nn1ncit,11 nl lcctorndo por concurso, que fu(, im¡rncslu a bs provincia~ 11ltrn111P11tmrn'- en 16:21 , a Lis ci~mo11la1ws e'l 163:·l. Lo~ así nprohaclos eran ded:u·,ulo" lcr·lotT', de filosofía y a lns lrcc; aíios de ejercicio tenían rlc,.eclio a enseííar leolo,úa. La Yenbdera JJ!aga del pro fc--or:1do f,¡{- el él fún creciente de honores. ]HTccdcncins y e'\ClH'Íones. que 1·re/') un riµ:uroso esca– lafón en que los le,·tore~ de filosofia ,stwf't!Í;u, a !u,- dP [p¡,Jo¡úa de se;.::1mda clase. (·~tos a lo,; (le prin 1 cr;:1 chq• \ i·~tcs :1 ]n,- ,, inhi– ta;dos". JL::unndo~ 1·cn1/:·ritu~ entre ]o,s refnrnu1dns y 111'¿dif¡c~H!u~, e:llre los descalzos y recoletos. Como la meta ,;uprenrn era la juhi– Lción. rrue llevaba con,;,?,i la prer·edcncia de exJJr/J\ inci:il y el nito en los capítulos. cada lector 110 ¡wrnrnnC'cÍa elí el ejercicio de su cargo mús que el tiempo preciw para el nscenso. rlc donde resultaba enorme desproporción entre el número de lcctore"' titu– lcires y el de efcclinJs; éstos no podían ser más rle tres en eada provincia, uno de filosofía y dos de teología; sólo en los estudios generales de primera clase se admitían tres lectores de Teología. Se comprende la situación inferior en que quedaron los centros

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