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CAPITULO X LOS ESTUDIOS, LAS CIENCIAS Y LAS ARTES Superado el primer recelo de la Observancia hacia el estudio, volvió a considerarse éste como actividad esencial de la Orden. El capítulo de 1565 llegó a declararlo obligatorio en virtud de la misma Regla, como la más excelsa ocupación del fraile menor. De hecho las provincias observantes alcanzaron elevadísimo nivel científico en los siglos XVI y XVII; por el contrario, a fines del siglo XVIII, los estudios llegaron a una gran decadencia, sobre todo en la familia cismontana. Esta postración aumentó en los primeros decenios del siglo XIX por efecto de la revolución, de la pérdida de bibliotecas y de la supresión de las casas de estudio. ORGANIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS. Los centros de estudio se clasificaron, como en la primera época, en estudios generales anejos a las universidades, estudios generales desligados de las universidades y estudios particulares o provinciales. El prestigio y la organización de estos centros fué muy diferente en las dos familias, pues mientras en la ultramon– tana eran pocos en número y ostentaban profesorados selectos, en contacto asiduo con los mejores focos del saber, en la ultramon– tana se multiplicaban al infinito, a pesar de las reiteradas decisio– nes en contrario tomadas en los capítulos generales, y con frecuen-

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