BCCCAP000000000000000000000208

CAP. IX.-MISIONES ENTRE INFIELES 21,í restaurarse las misiones en el siglo XIX, con un sentido de mayor universalidad y con una dirección netamente pontificia, la nueva época del apostolado franciscano entre infieles se desarrolló y si– gue desarrollándose a las órdenes de esta Congregación. La nueva expansión evangelizadora iniciada a fines del si– glo XVIII entre las tribus salvajes de América quedó casi totalmente interrumpida en los años de la emancipación. Los religiosos crio– llos, que formaban las comunidades centrales, hicieron causa co– mún con los patriotas insurrectos, mientras que los españoles, que componían los colegios de misioneros y sostenían las misiones vivas, aparecían como defensores de la metrópoli, sufriendo las consecuencias de su comprometida situación. Por otra parte, los gobiernos de la independencia, imbuídos de liberalismo, se com– placían en oprimir a las Ordenes religiosas y en echar por tierra lo realizado con el trabajo de tres siglos entre los indios. Por fin ellos mismos cayeron en la cuenta del perjuicio que ocasionaban a sus propias naciones y buscaron misioneros en Europa. Los ex– pulsados de España, unidos a los refuerzos llegados de Italia, lo– graron restaurar los colegios de misioneros y reorganizar algunas de las misiones. El más intrépido de estos reorganizadores fué el P. Andrés Herrero, auxiliado del P. Cirilo de Alameda, que después fué car– denal. En 1834, se dirigió a España en busca de misioneros com– patriotas suyos, pero el gobierno liberal no le permitió siquiera desembarcar; entonces continuó para Roma y, provisto de plenos poderes por Gregorio XVI, reclutó una expedición de francisca– nos italianos, con los que pudo constituir el colegio de La Paz, en Bolivia. En un nuevo viaje a Europa, tuvo la suerte de reunir hasta ochenta nuevos operarios españoles e italianos, que distri– buyó en Perú, Chile y Bolivia. Así pudo comenzar la segunda etapa de la actividad de los colegios misioneros: Sucre, Potosí, Tarija, Tarata, Río Cuarto, Corrientes, Chillán, centros de una fecunda irradiación misionera que tuvo como principal blanco las tribus salvajes del Ucayali, los chiriguanos y tobas de Bolivia, el Gran Chaco y las regiones vecinas. Las gloriosas misiones de América del Norte habían quedado

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz