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CAP. IX.-1\IISIONES ENTRE INFIELES 24.1 flicto con los primeros evangelizadores y, de momento, la expul– sión violenta de los advenedizos. En 1639 voh-ieron a entrar. pero procediendo con más circunspección. En un principio dominicos y fr:mciscanus trabajaron juntos, pero luego {>stos se establecieron preferentemente en Shangtung y Shansi. El mencionado Antonio de Santa J\laría. que en su primera cntrndct bahía podido aJnmlarse la conversión del que mús tarde sería primer ohi,;pu chino con el nomlin, de Crcgorio Lú11e1, (LmH'lll~ao) y que sólo en Tsinanfu y sus cercanías logrú bautizar ha,;ta 5.000 chino:-. fné nombrado Yicariu apostólico de las misiones orientales fnmciscanas en 1619. Con ello C'Slas pasaron haju la dependencia de la Cmigregación de Pn;paganda Fidc. í\Jcdida afortunada. que rcsohcría el serio con– fliclo jurisdiccional planteado por los vicarios apo:-túlicus fran– ceses a!los desprn;s. Pero en lo regular b mi,-ión .~iguiú de¡wndien– do de la provincia de San Cregorio. El ,icario apostólico murió ennforndo en Canbín en 16(i9. después de haber desarrollado una prodigiosa actiYidad. no st'ilo cvangclizmlurn. sino tambi{>n cien– tífica y lingüística. lahor múltiple en que sobresalió no menos ;;u cornpaiíero el P. BuenaYCntura lháiíe., ¡-;- 1691 ). A los es¡niioles foernn a unirse por la vía de Oriente algunos franciscm10s italia– nos, entre ellos el insigne Bernardino della Chic~a ( ·¡· 1739!, que desde 1690 rigió las cristiandades de Shangtung. Slrnnsi y Shensi como obispo de Pekín. En 1695 trabajaban en China doce franciscanos cs1xiiíoles, que atendían a treinta y cinco iglesias en las provincias de Shang– tung, Kwangtung. Fukien y Kiangsi; además había cuatro italia– nos en Nanking. Entre éstos merece citarse el nombre de Basilio de Gemona ( t 17O:I.), tJue extendió la evangelización hacia la China central y fué prefecto apostólico del Shensi; compuso un diccio– nario ele la lengua china que gozó de gran aceptación. El número de cristianos iba creciendo más de lo que correspondía al escaso número de misioneros; en 1723 pasaban de 300.000 los de toda China y de ellos unos 100.000 pertenecían a las misiones francis– canas. Todo mar-chó bien mientras se mantuvo la buena armonía entre los misioneros; ésta fué siempre sincera entre los hijos de 16
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