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228 1\IANL\L DE HISTORIA FRANCISCANA ---------·--------------~ -----~- superst1c10nes, valíanse los franciscanos de niños bien adoctrina– dos en los colegios, que recorrían en los días de fiesta todos los lugares de la región bajo la dirección del misionero. Para 1.536, el número de indios cristianos llegaba a cinco millones, y para 154,0, a nueve millones. Semejante éxito no era mérito exclusivo de los hijos de San Francisco, ya que desde 1526 compartían la labor los dominicos, desde 1533 los agustinos, y también traba– jaban desde el principio los mercedarios; en 1572 llegarían los jesuítas. Las expediciones franciscanas fueron intensificándose a medida que el trabajo aumentaba; la mayor de todas fué la de ciento cincuenta religiosos ( de los doscientos que estaba encarga– do de reunir), conducida en 1542 por Jacobo de Testera. La custodia independiente del Santo Evangelio de Méjico fué elevada al rango de provincia en el capítulo general de Niza de 1535. De ella nacieron, dentro del virreinato de Nueva España, hasta siete nuevas provincias: la de San José de Yucatán (1565), la del Nombre de Jesús de Guatemala (1565), la de San Jorge de Nicaragua 15751. la de San Francisco de Zacatecas (1603i, la de Santiago de J aliseo (16061, la de San Pedro y San Pablo <le Michoacán 11606) y la de Santa Elena de la Florida (1612). En 1580 formaron, además, una custodia. erigida en provincia m 1599, los descalzos. En 1569 había en las cuatro provincias de Nueva España 96 residencias y 320 religiosos; en 1.586, las residencias sumaban 219. y los religiosos, más de 900. A fines del siglo XVII, cuando ya las comunidades conslalrnn en su mayor parte de criollos, los religiosos pasaban de 2.100. Fuera de algunos grandes conventos centrales, la mayoría de las casas eran "vicaríasll y ((doctrinas" asentnclas en núcleos de población indígena ya cristiana; las re– sidencias estrictamente misionales recibían el nombre de <,con– versiones» o «entradas!,, que en el siglo XVIII cstnhan sostenidas casi exclusivamente por los colegios lle misioneros. En 1682 fué erigido el de Santa Cruz, de Querétaro; más tarde aparecieron el de Guadalupe, de Zacatecas; el de San Fernando, de Méjico, y el de los descalzos de Pachuca. El movimiento de evangelización de los franciscanos se cxten-
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