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226 MANCAL DE HISTORIA FR.ANCISCA:\'A sos; pero hubo de contentarse con ocho, porque los superiores de las vicarías de España se resistían a desprenderse de sus mejo– res súbditos; en cambio, la vicaría de Francia envió L3 en 1516. Para el año 1500 los misioneros llevaban convertidos ya unos 3.000 indios en la Española (Santo Domingo). Todavía más almn– dante fué la mies evangélica en Cuba. En cambio, resultó sin fru– to y llena de peligros la primera entrada en el continente, sobre todo entre los indios de Cumaná. Por otra parte. la formación de poblados con la llegada incesante de colonos trajo consigo d establecimiento de conventos regulares, que eran al propio tiem– po centros de irradiación misional. En 1504, era erigida la jerarquía del Nuevo Mundo con la creación de tres obispados, para uno de los cuales. el de Baymia, fué designado el franciscano García de Padilla; pero hasta 1511 no fué efectiva la organización jerárquica, y entonces el dicho Padilla fué nombrado primer obispo de la sede de Santo Domin– go. También el primer obispo del continente foé un francis– cano, Juan de Quevedo, nombrado en 1513 para la sede de Santa María de la Antigua. en el Darién. trasladada muy poco despm"s a Panamá. La provincia de Santa Cruz se estacionó muy pronto una vez completada la cristianización de su territorio insular y ocupados algunos puntos de la costa venezolana. A fines del siglo XVI no contaba más que seis conventos, los de Santo Domingo, Santia– go de Cuba. Yaguana, Trujillo, Tucuy y Barquisimeto, con un escaso centenar de religiosos. En el siglo XVII desarrolló un nuevo empuje evangelizador en el continente y llegó a contar hasta 13 conventos, que en 1700 se elevaban a 16, con 174, religiosos. VIRREINATO DE NUEYA EsPAÑA.--Al dirigirse a la conquista de Méjico Hernán Cortés, en 1519, llevaba consigo. entre otros ecle– siásticos, dos franciscanos de la provincia de San Cruz, Diego Altamirano y Diego Melgarejo. El conquistador, una vez corona– da su empresa, apresuróse a pedir misioneros a Carlos V, a la sazón en sus Estados de Flandes; desde aquí envió, en 1522, el emperador tres observantes flamencos: Juan de Tecto, Juan de
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