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CAP. IX.-MISIONES E:'ITRE INFIELES 221 pureza de estos ideales y el modo de plantear el tema de la voca– ción misionera varió mucho, como se deja entender, a medida que decaía el fervor en las provincias y disminuía el número de voluntarios. En los siglos XVI y XVII, cuando las vocaciones bro– taban incontenibles, porque la epopeya de los descubrimientos y el incentivo del martirio engolosinaban los corazones generosos, se escribían comentarios al capítulo doce de la Regla del estilo del que en 1635 publicó fray Juan de San Gregorio: Si los pro– vinciales pueden impedir que los religiosos no vayan a tierras de in/ieles. A este aspecto positivo de la libertad de ir a misiones correspondía el negativo, expresado en el capítulo general de 1583 en estos términos: Cum secundum Regulam non sint cogendi /ra– tres ut i:adant ínter in/ideles. praecipitur ut nullus /rater cogatur ad Indos ire. En cambio en el siglo XVIII, cuando la monotonía de bs reducciones y doctrinas no decía nada a la imaginación ni al celo de los mejores. los términos se invirtieron y el P. José Parras pudo escribir en su Gobierno de los Regulares de la, Amé– rica (Madrid. 1783) un capítulo titulado: ((Si los prelados regu– lares pueden precisar a sus súbditos a pasar a Indias.)) EN LOS PAÍSES MAHOMETANOS. La península de los Balcanes siguió siendo durante mucho tiempo teatro de heroísmos que pusieron a prueba la constancia de los misioneros franciscanos. a merced unas veces de las vio– lencias de los turcos. otras del rencor de los cismáticos. A esa constancia se elche el haberse conservado la fe católica en Croacia, desde donde el apostolado de los observantes se extendía a Bul– garia y Rumanía. En Alhania se unieron a ellos en el siglo XVII los reformados de Itafü1, que se corrieron hacia Montenegro, Serbia, Grecia e islas del mar Egeo. l\!Iuclws misioneros coronaron su he– roísmo con el martirio. La misión de Marruecos subsistía aún a principios del siglo XVI, si bien con activicbdes restringidas a la asistencia de los cautivos cristianos. En 1532 padeció el martirio Andrés de Espoleto. Des-

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