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CAPITULO VIII LUCHA CON EL PROTESTANTISMO No faltaron entre los observantes qu~enes se dejaron envolver en las doctrinas luteranas, algunos <le ellos renombrados; pero suponen poco en comparación <le los que ofrendaron su vida en defensa de' la fe católica-se conocen los nombres de unos qui– nientos desde 1520 hasta 1620-y <le los que se enfrentaron resuel– tamente con el enemigo. Alguna vacilación hubo en un JJrincipio entre los que no veían <le cerca las intenciones de los novadores; el confesor de Carlos V, Juan Glapion. y el mismo Francisco de Quiñones, llevados <le su anhelo por la reforma <le la Iglesia, saludaron de momento con simpatía el movimiento luterano, como una esperanza de renovación evangélica. Pero no tardó en disiparse el equívoco. Bernardo Dappen. guar– dián de un convento próximo a \Yittenherg, habíase lanzado al ataque contra los luteranos, apoyado por su propio provincial; pero hubo de chocar con la actitud del cardenal obispo de Bran– <leburgo, que en 1519 reSJJOndió con la negativa a la petición de los observantes de predicar contra Lutero. En 1520 llegó a Alemania el ministro general Francisco Lichetto. Percatóse ,11 punto de la gravedad del mal y dió orden de que fuesen quemados en todas partes los escritos del agustino rehelde y en todos los conventos se preparasen predicadores especiales para combatir las nuevas doctrinas. No contento con esto, en el capítulo general reunido en Carpi al año siguiente dió a toda la Orden la con-

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