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:\lANL'AL DE HISTORIA FH,DíCISCA:'iA guardar la Regla en un lugar debe y puede recurrir a sus mm1s– tros 1i y. no siendo atendido por éstos. al supremo prelado de la Orden. el Papa. Así nacieron los observantes, así los descalzof'_ los capuchinos. los reformados y los recoletos. Es cierto que, quizá por esa irregularidad de origen. no da11 santos las reformas en su primera generación: éstos a¡nrec·en más farde, como si hubiera que esperar a que se desvanezca la con– ciencia de la rebelión inicial. Mas también es un hecho que la gran mayoría de los santos y beatos elen1dos a los altares per– tenecen a las reformas, como también le~ pertenecen las empresas apostólicas de mayor empuje y los más altos ejemplos de caridad y de inmolación. l\1JNISTllOS GE'liEHALES '\J.\S li\~!GNE:i. Conocemos ya dos grandes figuras. de amplia mirada y cri– terio sobrenatural en los problemas de los años que siguieron a la bula ele separación de 1.'ílí: Francisco Lichetto (1513-1520) y Francisco de Quiñones i 1523-1529). Como sucedió con éste, otros muchos generales serían empleados por la Santa Sede en misiones de confianza ante los príncipes y prelados de Europa. La mavor parte de ellos serían también galardonados con obispados de importancia. pese al mal disimul1do disgusto ele la Orden por !ns inconvenientes que de a<IuÍ se originahan. En más de una oeasÍÓll el general elegido tuvo que prestar juramento ele 110 aceptar dignidad alguna eclesiástica ni legación pontificia durnnle su oficio; olras veces se les obligaba al menos a renunciar d generalato al ser promovidos al episcopado. Entre los que fueron fieles a este juramento sobresale Vicen– te Luncl de Barbastro ( 1535-151,1 l. celeso promotor de la vida de observancia con su ejemplo y con i"'.lS intervenciones. Su suce– sor, J mm de Cahi ( 154,1-154,";"1, supo hallar tiempo, d margen de sus importan'.es misiones diplomáticas. para dar un paso impor– tante en fa disciplina interna de la Orden con la abolición clcI abuso, muy corriente, de lograr breves de exención con que relí• giosos particulares se sustraían a la obediencia de sus supcríore,,. Clemente de Moneglia (1553-1557) fué de los que más trabajaron

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