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CAP. XII.-LOS ESTUDIOS Y LA CIENCIA U9 ----~- .. ------------- Entre los doctores de París. discípulos más o menos directos de San Buenaventura, merecen destacarse Guiberto de Tournai 1 t 1284,), Juan Peckam t t 12921, Mateo de Quasparte ( t 13021. Ricardo de Mediavilla (t 1308}, llamado Doctor Solidus, Alejan– dro de Alejandría (t 1314) y Juan de Erfurt (T c. 1350). Gran parte de las lumbreras franciscanas del continente proce– dían de las Islas Británicas; no es de extrañar, pues, que el Stu– dium de Oxford se convirtiese pronto en escuela de maestros de primer orden. El fundador. Roberto Grosseteste, gran amigo de los frailes menores, supo comunicar a aquel centro una solidez científica y una amplitud enciclopédica que le distinguían entre los demás de la época. Los doctores allí formados, conocedores del griego y del hebreo, podían despreciar, como lo hizo Rogerio Bacón, a los demás colegas escolásticos que habían de fiarse de versiones latinas. El primer regente franciscano fué Adán de Marsh (t 12581, que ejerció gran influencia en su patria. Junto a él sobresalen Ricardo de Cornouailles, Tomás de York, Guillermo de Nottin– gham y, el más famoso y original de todos, Rogerio Bacón, Doc– tor iliirabilis ( "f 1294,_1. Bacón es el padre del método experimental en las ciencias, intuye y profetiza gran parte de los inventos mo– dernos, es al mismo tiempo filósofo, matemático, astrónomo, geó– grafo, físico, químico y filólogo. Semejante a Bacón, por su saber enciclopédico, fué el español Juan Gil de Zamora ( "f c. 1300), con– fesor de Alfonso X el Sabio. Pero la gloria más preclara de la escuela de Oxford, regente después en París, es Juan Duns Scoto, el Doctor Sutil (t 13081, maestro por excelencia de la escuela franciscana en las ramas con– ventual y observante. Siguiendo la misma dirección minorítica. elabora una nueva síntesis del pensamiento sobre la base y a la luz del amor. No admite la concepción bonaventuriana de la ilu– minación y del ejemplarismo, pero exalta a la categoría de tesis fundamental el roluntarismo, es decir, la primacía de la volun– tad libre y ordenadora de la actividad mental, que da al hombre su propia individualidad. El cristocentrismo franciscano adquiere en la síntesis escotista su conquista más excelsa en la teoría del

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