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142 i\IANL:AL DE HISTOH.Ic\ FHAl'iUSCA:\A este recelo cuai¡do <lió con el hombre que deseaba: San Antonio de Padua. a quien autorizó para enseñar teología a sus her~iano-; de hábito. «Me place-le escribió-que enseñes la sagrada teolo– gía a nuestros hermanos. pero a condición de que Pste e~tudio no extinga en ellos el e,-píritu de la santa oración y dev1Jción. como se prescribe en la Regla.1, Frente a esta concepción de! santo est:1ba la de Hugolino v el partido de los letrados. persuadido,_, de que el a¡w,s!olado como medio esencial el cultivo de la ciencia. aunque para fario fuera necesario hacer evolucionar a la Orden. De hecho. este partido se impuso. y en 12;';1 los frailes meno– res eontahan ya con tres centros de estudios generales: Bolonia. París y Oxford. En ellos. y a la sombra de las respectivas l'n iver– sidades. se formaban los lectores destinados a diri¡.:ir el ¡m,¡ueso de los estudios en los prinf'i¡nles convento,- dt' cada Eran ademús focos de atracción de incontables vocaciones flie c;olu– diantes y maestros que. a su vPz. darían nuevo impulso y presti– gio científico a la Orden. Pero la prevención del fundador fo{, mantenida como una he– rencia por el grupo de los espirituales y está reflejada en una frase célebre de fray Gil: Paris matará a Asís. Volvió a rra¡r1- recer en los primeros brotes de la Observancia y fu[, ne(·e~nri:1 toda la energía de San Juan de Capistrano ¡nra di,-iparla. SAx Bu ENAVENTURA Y EL e rn {< .TE,t DE fA <:!E'\iC!A FH-\\USC-\ \ \. San Buenaventura halló que la ciencia era ,a en la Orden uno de los medios normales de acci6n y. fiel a su consigna. se e,d'or?i'i por demostrar que el trabajo intelectual está en plena eonform ¡_ dad con la Regla y con la intención de San Francis<.'o: PSlC' q11i~o el apostolado. luego tuvo que querer el estudio. El seráfico doctor asigna. con todo. a los recursos intelel'lua– les un papel secundario. y define el espíritu franciscano del estil– dio con tales caracteres que bien pudiera suscribirlos el misn:o