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114, l\IANCAL DE HISTORIA FRANCISCANA los libros para el rezo canónico; y cuando éstos se tuvieron y fué necesario organizar el oficio coral, San Francisco se fijó en el Breviarium de la capilla papal, es decir, un oficio más breve que el acostumbrado, encerrado en un volumen de fácil manejo. Pero en lugar del salterio romano, adoptó el galicano, más difundido a la sazón. Prosiguiendo en esta tendencia a abreviar el rezo de las horas canónicas, la Orden introdujo una reforma por su cuenta con la autorización de Gregorio IX y una segunda algo más tarde, todo con el fin de dar más tiempo al estudio. El autor de estas nove– dades, consistentes principalmente en cercenar rezos de superero– gación, como el Oficio de Difuntos y el Oficio Parvo de la Vir– gen, fué Aymón de Faversham. Pero aún había un sector de la Orden que hallaba excesivamente largo y oneroso el oficio dia– rio, y de esta queja se hizo eco San Buenaventura en uno de sus opúsculos, mientras los adversarios de fuera acusaban a los frailes menores de revolucionar la liturgia eclesiástica. Nicolás III (1277- 1280) impuso a todas las iglesias de Roma el breviario francis– cano reformado y en el curso del siglo XIV éste se extendió a toda la Iglesia latina. Conviene advertir, con todo, que había diferencia entre el oficio rezado por los religiosos en los viajes y en las residencias menores y el rezo coral que se desenvolvía con toda solemnidad y precisión ritual en los conventos mayores. San Buenaventura fué decidido apologista de este esplendor litúrgico y era una de las razones que alegaba para la construcción de edificios espa– ciosos en las ciudades. A medida que las comunidades adquirieron mayor estabilidad en la época del conventualismo, el oficio coral fué retrocediendo cada vez más hacia la antigua liturgia monástica. También en la evolución del Misal romano., es decir, del usado por la curia romana, adoptado asimismo por la Orden, influyeron los frailes menores. Aymón hizo una nueva redacción de las rú– bricas de la Misa. Es difícil precisar hasta qué punto fué obra de los franciscanos el predominio definitivo de las rúbricas y las fórmulas propias de la Misa privada en el siglo XIII, como las del Ofertorio y las que preceden a la Comunión; lo que sí consta

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