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CAP. IX.-LA ESPI!l!TUALIDAD FRANCISCANA 107 cana, llevada a cabo principalmente por San Buenaventura, una. génesis intelectual, que nos permite hablar de escuela franciscana: el eslabonamiento con la corriente agustiniana y platónica llega– da a Alejandro <le Hales y al doctor seráfico a través de San Anselmo y de la escuela de San Víctor. En este ambiente recibió forma la exigencia experimental y efectiva del franciscanismo. Veremos más adelante la importancia que tiene bajo este as– pecto el predominio <lado a la voluntad sobre el entendimiento. Este carácter afectivo, en que el amor dirige y modera, es lo que ha hecho aplicar a todo lo franciscano el apelativo de seráfico. Del cristocentrismo se derivan otros caracteres salientes: el amor filial al Padre celestial, el amor fraternal a la creación, la preferencia por las virtudes evangélicas, cuales son la caridad, la humildad, la sencillez, el. abandono en la Providencia, la ale– p:ría y el optimismo ante la vida. Difícilmente puede hablarse de un método franciscano de oración mental, porque lo más franciscano en ésta es la esponta– neidad y la libertad de espíritu, que no sufre carriles de escuela; pero a la vista de la práctica enseñada por San Francisco y de las normas dadas por San Buenaventura y otros maestros espi– rituales podemos señalar ciertos caracteres propios del modo franciscano de relacionarse con Dios: a) Acción de gracias y ala– /Jan::a a Dios. bi Olvido de sí mismo. poniendo los ojos en la hondad y belleza de Dios más que en la propia persona, actitud que no excluye la oración de petición, con tal que sea absoluta– mente desinteresada. c l Desarrollo afectivo por oposición a dis– cursivo. d) Libertad y espontaneidad bajo la acción de los movi– mientos de la gracia y de la iluminación sobrenatural. Socialmente esta espiritualidad se traduce en la vida mixta, pero con tendencia marcadísima a la contemplación eremítica en Ppocas de renovación y a la exterioridad monástica del culto eii épocas de decadencia. Mucho más individual que la espirituali– dad benedictina, es también menos litúrgica en el sentido de lü liturgia laudatoria de los monjes, pero más en la nueva corrien~ te de la liturgia personal y popular impulsada por los mendi– cantes.
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