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Tranquilidad precaria. Por oficio de 22 de febrero de 1936 comu– nica el intendente Sandoval que ha expirado el plazo de permanencia en el Ecuador. "De parte y por orden del Sr. Encargado del Mando Supre– mo de la República", deberán abandonar la tierra ecuatoriana, en término de tres días, los padres Bernardino de San Isidro, Pablo de Tulcán, Clemente de Tulcán, Juan de Bolívar, Hno. Emilio de Tulcán, Hno. León de Ibarra, Hno. Teófilo de Túquenes y Hno. Miguel de Palmira (16). Al día siguiente de la anterior intimación, el director de "El ferrocarril del Norte", que se proyectaba desde !barra a San Lorenzo, el ingeniero D. Víctor Guzmán, telegrafía al Jefe del Estado, en nombre del pueblo ibarreño, tenga a bien revocar la orden de expulsión firmada por el ministro del culto. "Dichos sacerdotes son ecuatorianos de naci– miento; su misión es de paz, ajena completamente labor política. Si no se acogen en su Patria, Madre común de todos sus hijos, ¿dónde pueden acogerse? En nombre justicia inocencia religiosos suplico dignéis révocar orden, devolviendo así tranquilidad pública... " (1 7). Pero el "Encargado Mando Supremo República" se muestra inflexible. " ... Respecto debo manifestarle que capuchinos entraron contrariando ley. Se les ha notificado hace cuatro o cinco meses y ofrecieron retirarse dentro de un mes y paulatinamente, ofrecimiento que aceptó Gobierno. Indicados religiosos no han cumplido palabra. Sin embargo no habrá inconveniente alguno si quieren establecerse en Oriente. En Ibarra no es posible, por cuanto infringen ley y deben salir conforme ha ordenado Ministro Cultos. Esta solución es definitiva" (18). Con la misma fecha de 24 de febrero se cursan otros dos telegramas: unos del vicario capitular al Jefe Supremo y otro del superior local, fray Bernardino de San Isidro al coronel Nicolás F. López, jefe militar de la provincia de lmbabura. En el primero se pide distinción entre los ecuatorianos y los extranjeros, pues que dos capuchinos colombianos llegados a Quito por causa de enfennedad habían ya regresado a su país. En el segundo telegrama procura el P. Bernardino pulsar la fibra patiiótica: "Orden de expulsión. Cónstale capuchinos defendieron integridad colombiana conflicto Perú. Sabrán sacrificarse integridad patria. Quince años ha entendímonos con Vd. patriótico ideal. Debemos realizarlo. Con– fluencia San Miguel, única salida Ecuador Amazonas, abandonada; impónese ocuparla. Entiéndase Jefe Supremo facilite estabilidad entrada capuchinos nacionales. . . Listos colaboración. Mantener íntegro territorio Gran Colombia legado Libertador" (19). Entre tanto el intendente Sandoval, llevado de su celo disciplinar, se dispuso a cerrar el convento; pero apenas hubo llegado se vio acorralado por lo más sobresaliente de la sociedad ibarreña. Por evitar el enfrentamiento sugirió 86

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