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que les sirva de refugio en tanto las religiosas continúen ocupando el convento. Fue condición no escrita, puesta por el obispo Pasquel, que no se les pudiese desalojar de dicho edificio hasta que no se hiciera habitable la casa que estaban constmyendo; como lo fue que nuestra iglesia continuara como parroquia, en tanto que la de la VOT se entregaba a los capuchinos (11). Felicita el padre comisario Artavia al padre Clemente por la pru– dencia de su proceder y le promete erigir en casa formada la de IbaJ.Ta inmediatamente; por este motivo se ha negado a removerle de su puesto, contra los que insisten en su reintegración a la cátedra de teología. De la definición celebrada en Pasto el 16 de noviembre de 1934 surge la primera familia conventual de !barra: presidente, P. Pablo de Tulcán; vicepresi<lente, P. Clemente de Tulcán; religiosos, P. Juan de Bolívar (que continuaba en Mariano Acosta) y fray Emilio de Tulcán. Superior indiscutible de dicha residencia, en razón de sus méritos, "por haber sido el primero que puso la primera piedra para la restauración de la Orden en el Ecuador", el P. Clemente; pero presentó renuncia irrevoca– ble, por mejor atender las exigencias del apostolado, y se le admitió por juzgarse razonable. Si ocurre algún trastorno político, en modo alguno abandonen la casa. "Si el llevar el hábito fuere motivo para que le mortifiquen -continúa el P. Florencia en su carta al P. Clemente- o persigan, puede vestirse de sacerdote particular, y si preciso fuera, aun de seglar; tenga presente esto, porque lo que se ha conquistado con sacrificios, con sacrificios hay que sostenerlo" (12). Por el mes de febrero de 1935 se les agregaba el P. Bernardino de San Isidro, profesor muy estimado de filosofía en Túquerres. Y todos tres, padres Bernardino, Clemente y Juan reiniciaron activísima~ y fructíferas misiones, a petición de los párrocos respectivos, en Mira, San Antonio de !barra, y Mariano Acosta, durante el primer trimestre del año 1935. Por el mes de abril recibían al visitador, P. Pascual de Pamplona, procedente de Argentina. Cautivó a todos por "su trato afable, exquisita cultura y prudencia" (13). El mismo año y por decreto del P. General, Vigilia de Valstagna, regresaban a Venezuela los padres Florencia de Artavia y Cayetano de Carrocera, reemplazados en sus cargos por el nuevo comisario provincial, Doroteo de Pupiales, con sus asistentes Clemente de Tulcán y Baltasar de Guaitarilla (Colombia) (14). 84

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