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Ciertamente que en este siglo largo han sucedido muchas cosas, desde el Concilio Plenario Latinoamericano en cuya organización tuvo parte muy destacada uno de aquellos primeros capuchinos que llegaron a Ecuador, Fr. José Calasanz de Llevaneras, (más tarde Cardenal Vives y Tutó) hasta el Concilio Vaticano II. También la Iglesia latinoamericana ha conocido en este siglo una larga gestación y floración de iniciativas y nuevas realidades: Medellín, Puebla. Los· capuchinos de Ecuador han vivido en carne propia todos estos avatares de búsqueda y fidelidad a una Iglesia que opta por nuevos caminos. Quien lea estas líneas podrá detectar estos deseos y compromisos con una historia eclesial latinoamericana y ecuatoriana que busca ser fiel a los signos de los tiempos y a la llamada a la renovación conciliar. Quede para el historiador Eulogio Zudaire la gratitud de cuantos han vivido en Ecuador durante estos años, haciendo realidad la presen– cia capuchina que él ha plasmado en páginas con cariño y pluma bien cortada. Y para los futuros capuchinos que continuarán como testigos del carisma capuchino en la Iglesia ecuatoriana, que estas páginas sean un aliciente y un viento que los impulse a nuevas fidelidades. 6

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