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El día 10 de julio abandonaron la ciudad de Quito, en donde los obispos estaban celebrando concilio provincial, y se encaminaron con el Rvmo. vicario general a la ciudad de !barra. Desde Atuntaqui rubrica– ban el aire guirnaldas de Flores, con sus colgantes de bienvenida. Y desde dos leguas antes de !barra, cabalgata de todas las gentes de pro, a las que no tardó en unirse, entre sonoridades de atambores y de marchas triunfales, el resto de la población. Desde las afueras hasta el improvisado palacio episcopal, más de 50 arcos de verdor y flores en llameante policromía. DOCE DE JULIO DE MIL OCHOCIENTOS SETENTA Y TRES. Estos son los nombres de los once primeros capuchinos llegados a Ecuador: l. Padre Miguel de Prats de Llusanés, guardián y comisario interino 2. Padre Serafín de Arenys de Munt, vicario 3. Padre Lorenzo María de Matará (el más añoso) 4. Padre Manuel de Montbuy 5. Fray Benito de Guatemala, corista 6. Fray Benigno de Archidona, corista 7. Fray Bartolomé de Igualada, corista (y cronista privado) 8. Fray Bernardo de Castelltersol, hermano lego 9. Fray Diego de Granollers, hermano lego 10. Fray Magín de Tarragona, hermano lego 11. Fray Crispín de Villalonga, hermano lego. Todos, salvo un par, originarios de Cataluña. Desde Quito les llegan palabras de aliento. Escribe García Moreno a su amigo Miguel de Prats: "Doy gracias a Dios por la feliz llegada de la Comunidad y por el buen recibimiento que ha encontrado de los habitantes de Imbabura". Añade que le envía, con el síndico Don Emilio Acosta, una primera remesa de mil pesos para las obras de la Iglesia y del Convento; y que con el mismo fin le irá librando otras cantidades. "Dios no nos ha de faltar" (5). Y las remesas de mil pesos mensuales se van sucediendo a lo largo de aquel año 1873. Hubo de reducirlas en 1874 a 500 pesos mensuales (a 200 el mes de julio, aunque con promesa de otros 300 si fuere necesario); "y no más, porque no podré hacerlo este año', (6). La ejecución de su programa viario, industrial y cultural, gigantesco para el Ecuador de aquel entonces -absorbía los menguados recursos pre– supuestarios y los créditos que por vez p1imera concedía al Estado la naciente banca privada-(7). 22
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