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Con !barra sentíase García Moreno estrechamente vinculado tanto por afinidad política como por sus méritos de "Salvador de !barra". Tras la catástrofe sísmica del 15 al 16 de agosto de 1868, que causó más de 20.000 víctimas en la provincia de Imbabura y redujo a la mitad los moradores de su capital, el presidente Espinosa recun-ió al ciudadano García Moreno, que se hallaba retirado en su hacienda de Guachalá, para hacer frente a situación tan desastrada: dos tercios de las viviendas derruidas, miles de heridos y de muertos entre los escombros, hambre y sed torturantes, plaga de ladrones caída de la sierra como aves de rapiña. La facción liberal, que se la tenía jurada desde que ejerció la primera magistratura de la nación, protestó del nombramiento; pero nadie tuvo agallas para reemplazarle. Levantó una ciudad nueva, la ciudad blanca, cuyo cuadriculado trazó personalmente. El Gobierno le felicitó entusiasmado por la presteza con que había remediado tanta miseria en una gestión que continuó desde su presidencia al ser elegido en 1869. Y pensó coronar su obra con la incorporación de una comunidad de capuchinos que garantizase a los afligidos moradores de !barra y aun de toda la provincia de lmbabura el consuelo de una auténtica impregna– ción cristiana. Item más: el comité de auxilios de Londres, formado por comer– ciantes y otros vecinos de la capital británica, había recaudado 11.000 libras esterlinas para los damnificados de Arequipa (Pe1ú) y de Imbabura (Ecuador). Por extrañas renuencias del cónsul inglés, Mr. Hamilton, quedaban pendientes de distribución, en 1871, los 76 .703 pesos corres– pondientes a la provincia ecuatoriana. Hízose un primer reparto entre el Monte de Piedad, el Hospital de !barra y algunas familias pobres, a las que se adjudicaron sendos lotes de tierra con la intimación perentoria de levantar su casita en término de dos años (2). No puedo asegurar, por imprec1S1on de fechas, si quedaba algún remanente cuando el presidente de la República, García Moreno, consultó al obispo de !barra, Mons. Tomás Iturralde o si precedió la consulta al primer reparto. Opinaba S.E. que bien podría aplicarse alguna porción del donativo británico en costear el viaje de algunos padres capuchinos, sin gravamen de conciencia, por invertirse en un fin tan santo y beneficioso. Porque si una parte de dicha limosna se había de destinar a decir misas, "que a juicio del protestantismo son actos supersticiosos, cuánto más en la simple venida y alojamiento de unos religiosos". Con todo, si juzgare su Ilma. ilícito lo propuesto, que tenga lo escrito por no dicho y se limite a pedirle oficialmente se encargue el 19

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