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CAPITULO I FUNDACION DE IBARRA "Hay que poner un muro de separación entre los adoradores del verdadero Dios y los de Satanás" "7:!Xpresó García Moreno ante la Convención de 1869-. Cuando el presidente de la república del Ecuador llama a las puertas del Vaticano y a las · de la curia capuchina generalicia y al hospicio provisional de Panamá, sólo busca operarios que le ayuden a levantar ese muro; misioneros convencidos como él de que no se puede transigir con la impiedad, con el liberalismo político antirreligioso. No intentó Gabriel García Moreno, contra lo que burlescamente escribió el arzobispo de Quito, Federico González Suárez, convertir Ecuador en casa ignaciana de ejercicios. Más de medio siglo ha necesitado Ecuador para que surgiera un Gobierno capaz de reemprender las obras de promoción industrial, mercantil y universitaria interrumpidas con su muerte; y no sé cuántos años más hasta dar con un presidente de aproximada honradez administrativa. De las repúblicas de Guatemala y del Salvador han sido expulsados los religiosos capuchinos por su entereza insobornable' frente a las demasías de los llamados gobiernos liberales. De esos 1 colaboradores necesita el presidente García Moreno para realizar su programa regenera– cionista: apóstoles de masas. Otros religiosos, como los jesuitas que acaba de repatriar o los hermanos de las escuelas cristianas, que se ha traído de Francia, cuidarán de la sana doctrina en locales más restringi– dos, en las escuelas, colegios y universidad. El 18 de junio de 1872 se habían visto obligados los capuchinos a abandonar su residencia de Guatemala y a buscar refugio en California, desde donde los más, entre ellos el Vble. P. Esteban de Adoain, regresa– ron a Europa y se refugiaron en el convento capuchino de Toulouse. García Moreno permanece al atisbo, y lo demostrará cuando llegue la 17
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