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Abad, que mueven la brújula hacia Santo Domingo de los Colorados, en donde por el mes de septiembre había misionado Lorenzo de Aspurz con el mayor éxito (26). Antiguo emplazamiento con población nueva; los aborígenes, indios colorados, se han ido replegando hacia San Miguel de los Colorados, al empuje de la enorme inmigración blanca y mestiza, que ha dado a Santo Domingo un gigantesco desarrollo demográfico, económico y cultural; pero tan distante del centro archidiocesano, Quito, que sufren de angustioso abandono ministerial. Propone el custodio Santos cambiarlo por la difícil y lenta misión de Gualea. El arzobispo de Cuenca ofrece como señuelo la parroquia de San Salvador, en la capital misma de Azuay (27). En tanto se espera la solución de la provincia NCA a la permuta de Gualea por los Colorados, nuevo intento del prelado de Cuenca: el santuario de la "Virgen de los Baños", con casa cural, iglesia nueva, huerto, afluencia de peregrinos, previsible hontanar de vocaciones, hogar del coristado. El nuevo custodio, Serafín de Lezáun, está, de acuerdo con sus dos asistentes, decidido a aceptar el santuario, "si llega el caso" (28). Responde el privincial, Florencia de Artavia, que "convendrá no olvidar ias normas recibidas de Roma: no admitir nuevas peticiones, sino reforzar las existentes". Al insistir Azpilcueta sobre las ventajas del santuario de los Baños y respecto de los empeños del prelado de Cuenca en confiarlo a nuestra Orden, corte el P. Artavia: "si quiere aceptar Cuenca, será exclusivamente con personal de la custodia; porque no puedo enviarle otro" (29). Los superiores de la provincia de NCA parecen inclinarse por la fundación en Guaranda, que venía ofreciendo su obispo Mons. Cándido Rada, salesiano, hijo de padres navarros; pues se consideraba diócesis menos atendida espiritualmente que la de Cuenca. En cambio la terna custodia! la calificaba de menos apetecible que la misma zona de Gualea y mucho menos interesante que las prebendas de Cuenca. Pero por el momento debe renunciarse a todo, por la fiera campaña desatada contra los obispos por importar sacerdotes extranjeros y particularmente españoles ; no perdonan insolencias, insultos ni calumnias. Hasta que, asqueados de tantas demoras, reparos y objeciones, custodio y asisten– tes deciden no admitir más fundaciones, por mucho que tenaceen los obispos de Cuenca y de Guaranda; y recurren al tranquillo de falta de personal (30). La nueva tríada, presidida por Manuel de Beizama (custodio marzo 61 ), que nada sabe aún de reticencias, vuelve sus ojos al santuario de los Baños, por considerarlo tan ventajoso en el plan vocacional, apostólico y financiero, como lo ponderaron sus antecesores inmediatos. El provincial Florencio , que había objetado con la endémica falta de personal, comprueba, por vista de ojos, las substanciosas promesas de 176
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