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Objeta el cardenal de la Torre que, por al10ra, no debe plantearse el asunto de la construcción del convento, sino el de la entrega y acepta– ción de la casa parroquial y de la parroquia de La Concepción "pleno iure et ad nutum Sanctae Sedis"; con lo que se transfería el uso y usu– fructo, no la propiedad. Y a ese tenor eleva su solicitud del prelado "ad pedes Sanctitatis vestrae provolutus" para la adjudicación de las parro– quias de Quito y de Gualea (13). Eufórico se siente Añézcar por el éxito de sus gestiones, aunque le hayan costado la renuncia a su título de bachiller, por el que venía ejerciendo su capellanía en el colegio La Salle. Culpa tuvieron también en la pérdida de horas sus visitas consulares para obtener permisos de entrada a los nuevos expedicionarios. "Las dos parroquias -previene en su carta al P. Florencia de A.– nos han de ser de gran utilidad. La una, porque dentro de unos 8 años ocupará tal vez el mejor sitio de Quito (no fue errado su vaticinio); y la otra, porque nos va a ser una fuente de fincas que, cuando llegue la carretera, que tal vez no tai·de tres años, nos han de proporcionar riquísimo café, azúcar, arroz y toda clase de frutas... Esta paiToquia -de Gualea- ocupa casi un Vicai·iato, y ya la gente, en una gira que hice por allí, me han prometido varias hectáreas de terreno. La pre– benda es pues muy buena y la adquisición me ha costado muchos quebraderos de cabeza, muchos disgustos... pero hoy estoy de enhora– buena, porque tengo la cesión hecha por el Sr. Arzobispo, en la mano" (14). Recorrió la zona de Gualea el P. Eustaquio que, como delegado del arzobispo de Quito, hasta con facultad de confirmar, en cada recinto recibió su pleito homenaje de arcos triunfales, chirimías, frutas y hortalizas. Sin omitir lo de la feracidad tropical de aquellas tierras, tampoco silencia que no por fértil es pai·adisíaco: "El p1imero que vaya, tendrá que ir prevenido pai·a el sufrimiento, pues los domingos habrá de cabalgar no menos de dos horas pai·a decir su segunda misa; porque los pueblecillos están muy dispersos. Pero la gente es buena y sabrá corres– ponder" (15). Grave inconveniente, sin duda, pues aún estaba rjgurosamente vigente el "ayuno natural" que prohibía hasta un sorbo de agua desde las 12 de la noche antecedente al celebrante y al comulgante; pero ni fue el único motivo de sufrimiento ni siquiera el principal. Por acuerdo "definitoria!" de 23 de junio son destinados a la parroquia de la Concepción de Quito los padres Eustaquio, en funciones de párroco, y Apolinar en las de coadjutor; y a Gualea, los padres Luis 133
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