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Angel de Ucar, guardián y ecónomo Angel de Murieta, vicario Carlos de San Isidro Eusebio de Iturgoyen Luis de Viscarret y los hermanos Fray Emilio de Tulcán Fray Juan de Tulcán. P. Eustaquio de Añézcar, en Quito, a disposición del padre custodio. Nemesio de los Arcos, incorporado a !barra, en la misión de Mariano A. Basilio de Julio Andrade, estudiante teólogo y misacantano en Chile, en vísperas de regresar a su patria; llega a !barra el día 28 de abril de 1951. Son pocos, de entusiasmo desbordante, de salud probada y con ímpetu de onda expansiva. Desde la primera sesión definitoria!, con– signada en las actas de !barra, se discurre sobre la apertura de la escuela seráfica (6). "Hemos estudiado el asunto de la Escuela Seráfica -notifica el custodio Ruperto al superior local Angel de Ucar-- y nos ha parecido bien el iniciar ya la formación de la misma en ese convento de Tulcán, cuando comience el nuevo curso". Que busque un arquitecto para poder enviar inmediatamente los planos al definitorio provincial de NCA (7). Por su parte, anuncia Eustaquio de Añézcar desde Quito que el señor arzobispo ha vuelto a ofrecernos, previa licencia de la congrega– ción del concilio (Roma, 13 de marzo de 1951) las parroquias de la Concepción en Quito y la de Gualea, la primera en un banio de pobla– ción india (Chaupicmz) y la segunda en región montuosa y selvática, tan extensa como medio Navarra. Como primera diligencia ·parten a entrevistarse con el metropolitano y con el Nuncio los padres Serafín y Clemente, cordialmente recibidos (8). De ahí que apenas se supo que la Guajira se traspasaba a los capu– chinos italianos, desgajándola de la provincia de Valencia, apresuróse el padre Ruperto, valido del cambio de jurisdicción, a pasar su ta1jeta de invitación personal a los padres Eugenio de Legaria, residente en Codazzi; Miguel de Arruazu, párroco en Uribia; y Rafael de Gulina, coadjutor en Atánquez (9). De fonna análoga procederá cuando le llegue la noticia de la divi– sión del Caquetá, encomendada a los capuchinos catalanes, con los que venían colaborando desde 1944 los padres Miguel de Huarte, Lucas de Iturmendi, Nicolás de Gulina y Máximo de Armazu . La recuperación de éstos últimos se ofrecía compleja, por no ser su compromiso de seis 131
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