BCCCAP000000000000000000000207

novedad devocional (su Virgen de Fátima fue la primera de Ecuador) y por el entusiasmo religioso del pueblo de Iban-a, cambiar la titularidad de la iglesia conventual. Como la sagrada congregación no accedió a su solicitud, se convino en reformar el altar mayor, colocar en el centro la imagen de Fátima y relegar al santo titular, San Francisco de Asís, a una de las capillas laterales. "Y con eso se conseguirá -comenta el P. Ruperto- el resultado que pretendíamos (31). No estaba ya al frente de los destinos el P. Damián de Odena, que, por decreto de 8 de agosto de aquel año había sido removido del comisariato con el cargo de superior regular de Caquetá-Putumayo (32). Se despidió con homenaje de lágrimas, no ajenas, sino propias. Ilusiona– do, había escrito meses antes al provincial de NCA que convenía dis– poner el viaje de los misioneros de forma que con ellos pudiera inaugu– rarse el curso escolar del seminario seráfico de Pasto por octubre (33). Quedó el P. Ruperto en funciones de comisado interino y de maestro de novicios, con deseo de declinar el cargo en la primera oportunidad. Propone que al separarse o dividirse el comisariato Ecuador Colombia se nombre asistente al padre Clemente de Tulcán, "para entrar sin violencia" ni visible apetencia de prelaturas. Está muy satisfecho del trabajo y vida ejemplar de los padres Nemesio de los Arcos y Angel de Murieta, a los cuales quiere retener en la escuela seráfica de Pasto el padre Ambrosio de Rosario, custodio preconizado de Colombia suroccidental (34). Contento parece también con su destino en Pasto el P. Murieta, que dicta 22 lecciones semanales; y Nemesio de los Arcos, con sus 23 clases; pero no, engañan las aparien– cias, su conformidad externa, hasta que inumpen un día en frase catilinalia: "¿Hasta cuándo vamos a permanecer en Pasto el P. Angel y se1vidor?" pregunta al provincial de NCA el P. Los Arcos. Los padres italianos van a dirigir todo esto; los colombianos están muy i1Titados, porque no los quieren. "No se merecen nuestra ayuda los nativos, por– que no quisieron admitir la solución del Rvmo. P. Pascual de encargar este Comisariato a nuestra Provincia; y los italianos, que procuran desprestigiarnos en cuantas ocasiones se les presentan" (35) . Mas no por desazonados dejaban de cumplir como buenos, según testificó el P. Ruperto. No menos elogiosos encarecimientos hace el P. Ucar de sus nuevos súbditos, Luis de Viscarret, Eusebio de Iturgoyen y Eustaquio de Añézcar, por su entusiasmo apostólico y su plena dis– ponibilidad; y de los dos primeros, también por sus dotes de excelentes jinetes. Cierto que el potro y el caballo pura sangre, que por sus solas ponderaciones le habían regalado, no podían confiarse a primerizos. 121

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz