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El P. Lucas Batet había propuesto la supresión simple y llana del comisariato Ecuador-Colombia, si no se lo remediaba radicalmente; objetivo que no pocfría alcanzarse sin unos 30 padres, que podrían proceder de las provincias capuchinas de Navana o de Castilla. No llegó a cuajar el comisaiio brasileño, pese a su buena voluntad y a la armoniosa y grata convivencia de la tema. Y el padre general designó pai·a sucederle al P. Damián de Odena, que había ejercido cargo análogo en Portugal. De asistentes fueron confirmados los anteriores con la misma numeración: primero el Pach-e Ambrosio de Rosario y segundo el Padre Ruperto de Arizaleta (8). Pero "la solución de LOS TRES GRANDES -como dieron en llamamos-, era una solución transitoria... La resistencia pasiva ha sido y sigue siendo muy fuerte". Existía una enorme tensión y expectativa nerviosa respecto de la postura definitiva que llegai·a a adoptarse en Roma. Inquietos los súbditos y preocupados los tres extranjeros que estaban al frente del comisariato. Cargar con todo él la provincia de Navan-a, habría significado excesivo lastre; no en cambio si solamente se le encomendase el Ecuador, "aunque habría que comenzar de nuevo en todo" (9). Con la promesa de dividir en dos custodias el comisariato general, se despejó la incógnita. La provincia de NCA aceptó (sesión definitoria! de 13 de octubre de 1948) atender la custodia de Ecuador. A los capu– chinos italianos de la provincia de Palermo se reservó la porción mejor dotada, financiera y vocacionalmente (la Colombia suroccidental); pero "tendrá que arrastrar el pesado lastre del personal, que se ha de resistir a entrai· por los moldes de una estrecha observancia capuchina" (10). Luego que se recibió la noticia de la primera expedición de capu– chinos navarros a Ecuador, holgóse no poco el P. Ruperto, porque los tres padres escogidos como avanzadilla le parecieron excelentes; y el momento, oportuno, pues que iban a disponer de plazo suficiente pai·a estudiar su campo de acción, antes de asumir ninguna responsabilidad directa y para informarse sobre las posibilidades de "poner Escuela Seráfica, apenas ya el Ecuador se desprenda del Comisariato de Colom– bia". Y, tras urgir su pronta venida (Buga, 6 de mayo de 1949), da marcha atrás, como no conveniente hasta que la separación sea una realidad. Si por acaso anticipasen su viaje, habrá que acelerar entonces la independencia de la custodia de Ecuador, "pai·a que no traten de aprovechai·se de ellos, dispersándolos por el actual comisariato y retra– sando la separación, pues eso parece trascender el actual comisario, Damián de Odena" (11). Y no andaba descaminado el asistente Padre Arizaleta, cuyas sospechas parecen ratificadas con las p1isas del Padre Odena por dai·les destino, "especialmente al seraficado" ; aunque a 114

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