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No se muestra muy esperanzado el P. Ruperto, que sólo por obediencia aceptó un cargo que le aleja de su destino chileno, en donde le estaban aguardando y adonde pensaba dirigirse una vez cumplido los seis años de misión guajira. "El esfuerzo de los tres que vamos es pequeño para apuntalar lo que amenaza ruina. . . Los tres solos no podemos hacer marchar este cano, por más que engrasemos sus ejes, bastante aveiiados". Con 12 padres que destinase la provincia de Navana podría salvarse el comisariato de Ecuador Colombia, que cuenta con seis casas de buen clima y de rendimiento económico no desdeñable. "Todavía está perfumado el ambiente de las virtudes de los antiguos, Melchor de Tivisa, Angel de Villava, Joaquín de Pamplona, etc... Nuestros antepasados con su austeridad dejaron el hábito en una estima tan alta, que aún perdura, a pesar de las deficiencias notables que ha habido en los años pasados". La gente se anodilla en plena calle y en los caminos para besar el cordón y recibir la bendición del fraile capu– chino. Una docena de religiosos de cualquier. lengua y nación podría transformar este comisariato. Recayeron sobre el P. Ruperto la guardianía de Pasto y el cargo de vicemaestro, en el reabie1to noviciado (4). Juzga insoslayable la división del actual comisaiiato; porque "el personal ecuatoriano, por su escaso número y por su calidad, está anulado". Los padres Pablo y Clemente de Tulcán, agotados; el P. Caifos de San Isidro, demasiado joven; el P. Gabriel de !barra, doctor en derecho y sujeto de gran valía, está buscando obispo benévolo en la custodia de Bogotá-Barranquilla; muy anciano fray Bernardo de !barra; y aquejado de grave enfermedad hermano tan apreciado como fray Emilio de Tulcán; en el colegio no hay sino dos niños seráficos ecuato– rianos. Esta escasez de personal "conceptuó como una ventaja pai·a Navarra, si se encargara del Ecuador. Porque, para la provincia que se encargue del C01nisai·iato en la parte colombiana, lo más trabajoso va a ser el arrastre de esa tara de 20 Padres y de varios Hermanos, no todos los cuales querrán marchar al paso que se les marque". Con los ecuatorianos han tenido vaiios conflictos, en que ha inter– venido la prensa local, por falta de prudencia de los destinados a Tulcán e IbaiTa, que en sus conversaciones y hasta en la predicación han des– cendido a compai·aciones odiosas entre ambas repúblicas. Continúa el P. Ruperto su descripción de la zona ecuat01iana, por si la provincia de NCA se determinaba a hacerse cargo de ella, cuando llegase la división. 112

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