BCCCAP000000000000000000000207
No es difícil entrever la mano de gato. Pronto se disipan las dudas. "Yo temo que el Sr. Obispo -escribe el P. Carmelo al P. Ignacio- al ver que nada consigue, insista de nuevo aceptando las condiciones primiti– vas. El P. General está dispuesto a desentenderse completamente y dar el asunto por concluído; pero V. C. como ante1iormente le he indicado, aunque se volviera a las condiciones primeras, debe mantener la negativa, fundándose en que, como se han puesto las cosas, es imposible evitar la lucha entre hermanos y el escándalo del pueblo y que para eso ni V. C. puede enviar Religiosos ni éstos han de querer ir. Yo apoyaré su res– puesta, si fuere necesario. Nuestro campo de apostolado, si la provincia se siente con fuerza y lo de Argentina no se pone malo, ha de ser MEJICO... Asunto Ecuador, asunto liquidado (32). Los barruntos del P. Cannelo resultaron ciertos. Si el obispo de !barra había brindado la casa y parroquia de Caranqui fue no más que por considerar ventajoso el ofrecimiento para los capuchinos españoles; mas, pues que se rechazaba tal ofrecimiento, gustosamente tornaba al acuerdo firmado con el visitador, P. Pascual de Pamplona el 14 de mayo de 1940; porque la venida de dichos religiosos consideraba "un regalo de Dios y de la Provincia Capuchina de Navarra a la diócesis ibarrense". Y volvía a poner a disposición del padre provincial los mil dólares recibidos de Pío XII y cuantos fuesen precisos para costear la expedi– ción (33). El P. Pascual, medianero a causa de la guena mundial, de la cones– pondencia entre Europa y América, comenta al P. Ignacio la sinceridad de proceder de su ilustrísima y apostilla. "Ojalá pudiera decir lo mismo de los que desean lo contrario y no se lo dicen". Y el provincial Ignacio, convencido de esta verdad, ni se atreve a negársele ni a contradecir al P. Cannelo; hurta el bulto, remitiendo la resolución al padre general (34). Con el prelado ibarreño hacía causa común otro ilustre ecuatoriano: el padre Bernardino de San Isidro, que confiaba en el influjo moral del obispo dimisionario de Guam, Excmo. y Rvmo. P. Joaquín Olaiz y Zabalza, cuya fibra sentimental intentó pulsar con el recuerdo de su estancia juvenil en aquel comisariato. Y S. E. manifestó f1.1erte a11.oranza de aquellos días; pero juzgaba inútil empeñarse en remover un asunto "aplazado sine die" por razones ya conocidas (35). No pierde la esperanza; y con el más vivo interés ruega el padre Bernardino al padre general el puntual cumplimiento del acuerdo de !barra. Si ha de enraizar la Orden Capuchina en Ecuador, los religiosos navarros no pueden cancelar su viaje. "Y si las cosas del Ecuador han de continuar unidas al Comisariato, se elijan Superiores que no sean 105
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz