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nuncio, y con él está de acuerdo el P. Pascual, que "el Comisariato General tenía que venir más tarde por razones de orden político" (29). Al provincial de NCA va a corresponder instrumentar la más difícil faena, la de sacudirse todo compromiso. En billetito que no lleva fecha ni firma, pero que redactó el P. Carmelo, se le notifica un hecho, el grandísimo disgusto del padre general por la actitud del comisario Briceño; y un parecer, que la provincia de NCA había quedado des– ligada de responsabilidades. "Yo me alegré muchísimo -afirma el presunto padre definidor general. Ya le dije antes que si cedí fue por la presión de la Secretaría de Estado de S.S. Que no salga por tanto ningún Padre sin nuevas instrucciones de Roma". Podría alegarse como causa de dicha inhibición, según se apunta en el mismo papel, "el temor a la guerra que los del país han de hacer a los nuestros; y (el temor) al fracaso''. Y con ese padrinazgo se lanza al ruedo el provincial de NCA. Felicita al señor obispo de !barra por su celo en acrecentar el personal misionero y por su éxito en recabar de la Santa Sede aquellos dólares para un viaje "que desgraciadamente no se pudo hacer antes de fin de año por las dificultades de la guen-a mundial, ahora acrecentadas en sumo grado, desde que V.E. escribió al M. Rvmo. P. Pascual la carta de 31 de octubre de 1940, comunicándole el cambio radical del proyecto acordado en firme... "No se explica el P. Ignacio por qué en carta de la misma fecha omitió S.E. informarle a él, ministro provincial, aven– turado en la misma singladura, sobre el nuevo rumbo introducido por el P. Briceño. "No puedo aceptar una residencia precaria en Caranqui a cambio de !barra". Espera órdenes del padre general. "Por lo demás, si las cosas se reponen en el estado aceptado por todos con las Bases ahí convenidas con el Rvmo. P. Visitador, reanudaré mis gestiones de viaje, viendo el modo de obviar los inconvenientes que se ofrecen en estos tiempos calamitosos" (30). No discrepa mucho del P. Ignacio el padre general, Donato de Welle. Expresa al prelado ibarreño su gratitud cordial por el aprecio que hace de la Orden capuchina; indica que el traslado de noviciado com– pete a la congregación de religiosos con el definitorio general; declina como inviable la aceptación de la casa parroquia de Caranqui, con independencia del comisariato; "porque a pesar del buen espíritu de los religiosos de ese Comisariato, el pasado enseña que se producen roza– mientos o desaveniencias motivadas por la susceptibilidad patriótica de los religiosos del Ecuador contra los extranjeros, con evidente escándalo del pueblo" (31). 104

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