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cesis" (19). Y qué felices se las prometía el señor obispo de !barra. Y tanto, que no vacila en brindar aquella oportunidad al P. Pascual, por considerarla harto ventajosa para los españoles. Y no de otro modo opinaba el señor nuncio, una vez que se había tomado decisión tan certera como la de instalar el noviciado en !barra (20). Con un aval como el del nuncio apostólico ¿podía dudarse del éxito final? Por una parte suplica su ilustrísima al P. Pascual que inter– ponga sus buenos oficios para que en Roma acepten el viraje; por su parte ha prevenido al P. Bemardino que, en la fecha oportuna, se des– place a Salinas para acompañar desde aquel puerto a la ciudad de Iban-a a los misioneros españoles. Por otra, y con la misma fecha de 31 de octubre, comunica al provincial de NCA que, después de tener apalabrado el pasaje con una compañía italiana, había tenido que rescindir el contrato por haber entrado en guerra esta nación (Mussolini declaró la gue1Ta a Inglaterra y Francia el 10 de junio de 1940). Sugiere la rnta de Argentina, a 220 dólares por persona. Había ya esc1ito al visitador, P. Pascual, que se informase sobre este particular. "La Diócesis toda anhela dar cuanto antes la bienvenida a los beneméritos operarios evangélicos, que cuentan ya con el aprecio , estima y veneración a que son acreedores los esclare– cidos religiosos que vienen a continuar la asombrosa e inolvidable labor de los primeros Capuchinos Españoles, traídos por el inmortal y perín– clito García Moreno, y que a su paso dejaron una luminosa estela, que aún alumbra y guía la ilustrada mente y conciencia de los fieles de esta Diócesis" (21) . Silencia el señor obispo de !barra, en su misiva al provincial Ignacio de Pamplona, la variación substancial introducida por el comisario Briceño y que calculaba su ilustrísima dejar compensada con la entrega de la parroquia y huerto de Caranqui. Pero el Rvmo. P. Pascual, pers– picaz y sensible captador de las conientes subterráneas, alertó al pro– vincial de Navarra contra las torcidas intenciones del padre comisario , en contraste con la honradez y celo apostólico del prelado ibarreño. Le remite copia de su respuesta, en la que da a entender al señor obispo que trasladar el noviciado correspondía al definitorio general de la Orden y no al comisario de Ecuador-Colombia ; que el destino de capuchinos navarros a su diócesis procedía del mismo definit01io; y que, con sincero agradecimiento por su deferencia, declinaba mediar en el asunto, sin haber sido requerido por sus superiores mayores (22). Le incluye asimismo al provincial Ignacio copia de la carta que ha cursado a Roma, a fin de que se cerciore bien de su opinión sobre el particular. "El ofrecimiento que hace el P. Comisario al Sr. Obispo -declara el P. Pascual a su amigo P. Carmelo de Iturgoyen- es una 101
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