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86 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS do! ¡Cuántos se esforzaban por robar y comer los primeros y más puros frutos de aquella viña! Todos fueron destruídos y anonadados por la espada de aquel tan venerable padre y señor, el cual era un torrente de elocuencia, un baluarte de la Iglesia, defensor de la verdad y amigo de los humildes. ¡Bendito sea, pues, y memorable el día en que el Santo se encomendó a un señor tan venerable!" ( 41 ). Cuando el biógrafo escribía esas palabras ( 1228-1229), Hugolino acababa de subir al Solio Pontificio con el nombre de Gregario IX (1227). Entre los más importantes actos oficiales de sus primeros años de Pontificado se cuentan la canonización de su antiguo amigo ( 42 ) y la exposición de la Regla de la Orden, hecha según el espíritu del difunto Fundador ( 43 ). Fuera de esto, un gran número de documen– tos nos dan a conocer la invariable y conmovedora fidelidad de Gre– gario IX para con la herencia y los hijos de San Francisco ( 44 ). El siguiente suceso demuestra muy bien la confianza con que los Frailes recurrían siempre a su grande amigo. Fray Jordán de Giano, que es quien nos refiere el caso, acudió en 1238 a la Curia Romana para apelar contra las violencias del General de la Orden, Elías de Cortona. Gregorio IX, que se hallaba enfermo en cama, lo hizo entrar a su presencia y después de un breve saludo lo despidió. Mas Jordán en modo alguno quiso abandonar el aposento, antes bien corrió resuelta– mente al lecho del Papa, descubrió uno de sus pies, lo besó, y dijo bromeando a su compañero: "Hermano, en Sajonia no tenemos tales reliquias." Como el Papa nuevamente les mandara salir, Jordán le respondió: "Señor, no, por ahora nada tenemos que pediros. Por vos estamos bien provistos de todo y somos felices, pues vos sois el padre y protector de la Orden. Hemos venido sólo a veros." Con esto recibió el Papa mucho contento, se incorporó en el lecho, comenzó a tratar del asunto de la apelación y prometió el remedio ( 4G). Como lo indicó muy bien Jordán, Francisco y su Orden veían en el Cardenal Protector no sólo a un amigo que debía favorecer y pro– teger a los Frailes, sino también a un corrector y castigador, que en caso de necesidad debía obligarlos a cumplir sus deberes para con la Sede Apostólica y la Santa Iglesia Romana. Cuando el Santo en unión con Hugolino fijó definitivamente el cargo de Cardenal Protector, mandó: "Yo mando por obediencia a los Ministros, que pidan al Señor (41) THoM. CEL., I, n. 74. ( 42 ) Bula Mira circa nos, de 19 de julio de 1228, en SnARALEA, Bull. franc., 1, p. 42, n. 25. ( 4 3) Bula Quo elongati, de 28 de septiembre de 1230, ibíd., p. 68, n. 56. (4 4 ) En SBARALEA se encuentran en total 346 documentos, publicados por Gregorio IX a favor de la Orden en los años 1217 a 1240. (45) loRD. A lANo, n. 63.

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