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SAN FRANCISCO Y LA IGLESIA 83 en general, quiero amar y venerar no sólo a los Obispos, sino también a los sacerdotes, aun a los más pobres, y considerarlos como mis señores" (2 8 ). III. Ya por lo dicho se podrá barruntar cuán íntimamente unido con la Sede Apostólica estaría Francisco. Sin duda al frente de la pri– mera Regla, que escribió para sí y sus primeros discípulos, puso ya la promesa de tener obediencia y reverencia al Romano Pontífice ( 29 ). Después se volvió a sus once discípulos y les dijo: "Hermanos, veo que Dios en su misericordia quiere acrecentar nuestra sociedad. Vayamos pues a nuestra Madre la Santa Iglesia y demos a conocer al Papa lo que Dios se ha dignado comenzar por nosotros, para que con la aprobación y beneplácito de la Sede Apostólica continuemos lo comenzado" ( 30 ). Pocos días después Francisco se encontraba con su familia ante el gran Inocencia 111 y su Colegio de Cardenales. Conocidas nos son la humildad y prudencia con que supo persuadir y ganar al papa ( 31 ). Dominado por la impresión que le había hecho el Pobrecillo de Asís y movido al mismo tiempo por una aparición celestial exclamó Ino– cencia: "Éste es en verdad el piadoso y santo varón que ha de reani– mar y sostener la Iglesia de Dios." Después abrazando a Francisco aprobó la Regla que le presentaron y dió a él y a sus Frailes el per– miso de predicar penitencia en todas partes. Francisco por su parte cayó de rodillas y humilde y devotamente prometió obediencia y reverencia al Sucesor de Cristo, que ocupaba la Cátedra de San Pedro, cumpliendo así lo que había escrito en la Regla; lo mismo hicieron también los demás Frailes ( 32 ). Desde este momento Francisco había encontrado en Inocencia 111 un verdadero protector. Lo mismo cabe decir de la Corte Pontificia en general. Apenas aquel nuevo Colegio Apostólico llegó a Roma, el Obispo de Asís, que actualmente estaba allí, lo había recomendado al Cardenal Juan de San Pablo, que era el más distinguido e influyente consejero del Papa. El Cardenal hizo venir los Frailes a su casa y pronto les cobró tanto cariño, que no sólo venció todos los obstáculos que se oponían (28) Spec. perf., c. 10. (20) "Frater Franciscus promittit obedientiam et reverentiam domino Inno– centio papae et eius successoribus." (MüLLER, Versuch einer Rekonstruktion der iiltesten Regel von 1209, en "Die Anfiinge des Minoritenordens", Friburgo de Brisgovia, 1885, 185.) En la Regla definitiva, de 1223, repite Francisco esta pro– mesa "al Papa Honorio III y a sus sucesores que canónicamente entraren y a la Iglesia romana". Regula bullata, c. 1; Opuse., LEMMENS, 63; BoEHMFR, 29. (SO) Tres Socii, n. 46. (31) Tres Socii, n. 46-51; THoM. CEL., I, n. 32 s.; II, 16 s.; S. BoNAV., c. 3, n. 8 ss.; ANONYM. PERUSINUS, n. 31-36. (32) ANoNYM. PERusINus, n. 36; Tres Socii, n. 52; THoM. CEL., II, n. 17.

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