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82 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS En esto quedó la cosa. Ciertamente los Frailes sabían ganarse la voluntad de la mayor parte de los Obispos ( 23 ); y además desde 1219 llevaban consigo una carta credencial del Papa, por la cual se acre– ditaban y recomendaban como predicadores ambulantes aprobados por la Iglesia Romana ( 24 ). A pesar de ello los Obispos quedaban en libertad para permitirles o prohibirles la predicación de la palabra divina. Más aún; Francisco en su Testamento prohibió expresamente a todos sus Frailes el pedir letra alguna en la Curia Romana con pre– texto de predicación ( 25 ). Más quería que sufriera detrimento el apos– tolado que no la buena armonía con los sucesores de los apóstoles. Francisco impuso la misma prohibición cuando se trataba de alcan– zar la aprobación para hacer una fundación ( 26 ). No quería que los Frailes arrancaran dicho permiso sirviéndose de letras apostólicas obtenidas a ese objeto. Al contrario, el santo Fundador les dió la siguiente explícita instrucción: "Cuando los Frailes llegan a una ciu– dad, en que no tienen aún residencia, si encuentran a uno que les ofrezca el terreno necesario para el edificio, huerta y dependencias, deben ir al Obispo de la ciudad y decirle: Señor, este hombre quiere damos por amor de Dios y para la salvación de su alma tanto terreno, a fin de que en él podamos fundar una casa. Por eso nosotros acudi– mos a vos, que sois padre y señor de todas las almas a vos encomen– dadas, y en especial de nuestros hermanos, que moran en este lugar. Sólo con la bendición de Dios y la vuestra queremos emprender esta fundación" ( 27 ). Y daba la razón de esa prescripción recordando a sus Frailes aquel principio: "El Señor nos ha llamado a ser apoyos de la fe, del clero y de los prelados de la Santa Iglesia Romana. Por eso debemos amar– los, honrarlos y venerarlos, cuanto nos sea posible, ya que nos llama– mos Frailes Menores, porque de palabra y de hecho y en ejemplos debemos ser más humildes que todos los demás hombres. Y porque el Señor desde el principio de mi conversión movió al Obispo de Asís a que fuera mi consejero y me fortaleciera en el servicio de Dios, y porque considero la sublime dignidad de los Superiores eclesiásticos (23) Véase, por ejemplo, loRD. A IANo, n. 22, 24. ( 24 ) Bula Cum dilecti, dada por Honorio III a 11 de junio de 1219, en SnARA– LEA, Bullar. francisc., I, p. 2, n. 2. (25) Testament.; Opuse., LEMMENs, 80; BoEHMEll, 38. ( 26 ) Testam., ibídem. "Praecipio firmiter per obedientiam fratribus universis, quod, ubicumque sunt, non audeant petere aliquam litteram in curia romana per se neque per interpositam personam, neque pro ecclesia neque pro alio loco, neque sub specie praedicationis, neque pro persecutione suorum corporum, sed, ubicumque non fuerint recepti, fugiant in aliam terram ad faciendam poeniten– tiam cum benedictione Dei." (27) Spec. perf., c. 10.
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