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IV. SAN FRANCISCO Y LA IGLESIA A sí como Cristo en la Eucaristía continúa viviendo con nosotros J-"\. sacramentalmente, así vive en la Iglesia místicamente. Más aún. Así como la Eucaristía es el cuerpo real, verdadero y sustancial del Señor, así la Iglesia de Dios es el cuerpo místico de Cristo; Él es nuestra cabeza, nosotros sus miembros, y los diversos órganos eclesiás– ticos por él instituídos son otros tantos vínculos que nos unen con Él y nos comunican su vida, su gracia, su ~alvación. Tal es el concepto de la Iglesia contenido en el Evangelio, en las Epístolas de San Pablo, en el Cristianismo primitivo y en el Catolicismo. Francisco abrazó esta verdad con toda la viveza y calor de su fe y de su vida: de ahí su tierna veneración al clero, a los Obispos, a la Sede Apostólica, a las instituciones y ordenaciones eclesiásticas, y de ahí las saludables consecuencias de estas relaciones entre él y la Iglesia. l. Ya hemos dado a conocer el profundo respeto con que Francisco honraba el sacerdocio en consideración al Santísimo Sacramento del altar. Pero aun prescindiendo de esto, estimaba a los sacerdotes y al clero en general por el mero hecho de ver en ellos personas investidas de poderes divinos y encargadas de dispensar los divinos misterios. Si va antes de su conversión había hecho en toda ocasión favores al Clero (1), desde el primer momento de su nueva vida se unió íntima– mente con las personas eclesiásticas, se puso a su servicio (2) y mostró la debida reverencia a todos los grados de la jerarquía. "Pues, como advierte Tomás de Celano, habiendo de emprender la carrera apostó– lica, penetrado de la fe católica, estuvo desde el principio lleno de reverencia para con los ministros y ministerios de Dios" ( 3 ). En el transcurso de los años esta reverencia se desarrolló en gran manera, convirtiéndose en un amor y sumisión verdaderamente asom– brosos para con todas las personas constituídas en jerarquía ( 4 ). (1) Tres Socii, n. 8; THoM. CEL., II, n. 8. ( 2 ) THoM. CEL., I, n. '8 s., 18. (3) " ... usque ad inferiorem gradum omnibus debitum honorem impendens. Nam apostolicam sumpturus legationem, fideque catholica integer totus, erga ministros et ministeria Dei reverentia plenus ab initio fuit." THoM. CEL., II, n. 8. ( 4 ) "Venerabatur sacerdotes, et omnem ecclesiasticum ordinem nimio ample– xabatur affectu." THOM. CEL., 1, n. 62. 78
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