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SAN FRANCISCO Y LA EUCARISTÍA 75 tenía tal reverencia y devoción al Cuerpo de Cristo, que tuvo inten– ción de mandar en la Regla que los Frailes mostraran un grande interés y cuidado por ese misterio en todas las provincias en que residieran. Quería que exhortaran a clérigos y legos a que colocaran el Cuerpo de Cristo en lugares apropiados y preferidos; y si a pesar de esas advertencias descuidaban hacerlo, los mismos Frailes debían cumplir dicho encargo. Quiso además poner un precepto en la Regla man– dando que sus Frailes, dondequiera que encontraran en lugares incon– venientes los nombres del Señor y sus palabras escritas, por las cuales es consagrado el Cuerpo de Cristo, las recogieran y guardaran con respeto, para así honrar al Señor en sus palabras. Y aunque esto no se incluyó en la Regla, por no parecer bien a los Ministros que eso se impusiera como una obligación, sin embargo Francisco quiso mani– festar su voluntad sobre este particular y lo hizo en su Testamento y en sus demás escritos" ( 69 ). En vista de estos documentos no cabe ya la menor duda: Francisco quería que sus hijos fueran los portadores por el mundo de una misión eucarística propiamente dicha, lo cual era una cosa hasta entonces nun– ca oída. En un tiempo en que las iglesias se hallaban en su mayoría en un estado verdaderamente indigno, en que el Santísimo Sacramento era tratado muchas veces con una espantosa indiferencia y desatendido en los más extensos círculos del pueblo y del clero ( 7 º), el seráfico Varón excitó a sus "Frailes de la Tabla Redonda" a una Cruzada euca– rística. Su objeto era formar una guardia de honor al Cuerpo de nuestro Señor, servir muy de cerca como caballeros del Santo Grial al divino Redentor, verdadera, real y esencialmente presente y pro– mover por todos los medios su gloria. (69) Spec. perf., c. 65. ( 70 ) Compárense con eso las anotaciones del ANÓNIMO DE PAsSAu, De occa– sionibus .errorum haereticorum, en PREGE.R, Beitriige zur Geschichte der W alde– sier, en las "Abhandlungen der Kgl. Bayrischen Akademie der Wissenschaften", 3 clase, vol. XIII, 1 9 parte, Munich, 1875, 64 (242) ss. Este excelente sacerdote e inquisidor reprende a los que no renuevan a tiempo las hostias consagradas y las dej'an ser pasto de los gusanos; a los que con frecuencia dejan caer en tierra el cuerpo y la sangre del Señor; a los que guardan el Santísimo Sacra– mento en las habitaciones o en un árbol de la huerta; a los que en sus visitas a los enfermos cuelgan en la habitación el copón de la Sagrada Eucaristía y se van a la taberna; a los que dan la Sagrada Comunión a pecadores públicos y la niegan a quienes son dignos; a los que celebran la Santa Misa en pecado notorio; a los que emplean en el Sacrificio vino adulterado, echan al cáliz más agua que vino y celebran de nuevo después de las abluciones, a los que sin motivo dicen varias misas al día; a los que alargan la misa con cantos desme~– radamente largos y confusos; a los que establecen salas de bebida en las iglesias y hacen representaciones inconvenientes. Con esto el Anónimo de Passau no hace más que resumir los abusos, que los Papas y los Concilios no cesaban de reprobar.

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