BCCCAP000000000000000000000206

68 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Al frente de sus "Palabras de santa amonestación" se encuentra una instrucción catequística, que lleva por título: Acerca del Cuerpo del Señor. A pesar de su sencillez, esta instrucción es una excelente de– mostración dogmática y explicación práctica de esa verdad de que hablamos: "Dijo el Señor Jesús a sus discípulos (2 9 ): Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí. Si me hubie– rais conocido a mí, hubierais también conocido a mi Padre, y de hoy en adelante le conoceréis y lo habéis visto. Le dijo Felipe: Señor, muéstrame al Padre y eso nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo que estoy con vosotros y no me habéis conocido? Felipe, quien me ve a mí, ve también a mi Padre. El Padre habita en luz inaccesible ( 30 ) y Dios es espíritu ( 31 ) y a Dios nadie lo ha visto nunca ( 32 ). Como Dios es espíritu, no puede ser visto sino por el espíritu; porque el espíritu es el que vivifica, mas la carne de nada aprovecha ( 33 ). Pero ni el Hijo, en lo que es igual al Padre es visto de distinto modo que el Padre o el Espíritu Santo. Por eso todos aquellos que vieron a nuestro Señor Jesucristo según la humanidad y no lo vieron según el espíritu y la divinidad ni creyeron que era el verdadero Hijo de Dios, se condenaron. "Así también ahora se condenan todos aquellos que ven el Sacra– mento del Cuerpo de Cristo, el cual es consagrado en forma de pan y vino por las palabras del Señor, sobre el altar en las manos del sacerdote, y no ven según el espíritu y la divinidad y no creen que es verdaderamente el santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, a pesar de atestiguarlo el mismo Altísimo, que dice ( 34 ): Éste es mi cuerpo y la sangre del Nuevo Testamento; y en otro lugar ( 35 ): Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna. "Por eso el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles, ése es el que recibe el santísimo Cuerpo y Sangre del Señor; todos los demás que no participan de ese espíritu y se atreven a comulgar, comen y beben su propia condenación ( 36 ). Así pues, hijos de los hom– bres, ¿hasta cuándo seréis de corazón pesado? ( 37 ). ¿Por qué no conocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? ( 38 ). Ved ahí que (20) loAN., XIV, 6-9. (30) I Thn., VI, 16. (31) loAN., IV, 24. (32) loAN., I, 18. (33) loAN., VI, 64. (34) Luc., XXII, 19-20. (3~) loAN., VI, 55. (36) I Cor., XI, 29. (3T) Ps., IV, 3. ( 38 ) loAN., IX, 35.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz