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SAN FRANCISCO Y LA El:CARISTÍA 67 Difícil sería encontrar en toda la literatura teológica una exposición que con palabras tan profundas como sencillas resuma en pocas líneas la significación e importancia de la Eucaristía y del sacerdocio para toda la vida religiosa. "Ninguna cosa veo corporalmente en este mundo de ese altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo Cuerpo y preciosa Sangre, que ellos (los sacerdotes) consagran y reciben, y sólo ellos administran a los otros". ¡Qué fe tan firme en estas pala– bras! Detrás del cristal de la Custodia, sobre los manteles del altar y en la lengua de los que comulgan, la fe de Francisco veía las manos y los pies, los ojos y la boca de Jesús, su sangre que mana y su corazón que palpita, toda la majestuosa personalidad y la bené– fica actividad de Aquel, que en otro tiempo recorrió las comarcas de Judea y Galilea, y a quien él había prometido seguir en calidad de caballero. Y este misterio incomprensible y este bien infinito acude a la voz del sacerdote y el que un tiempo vivió en Palestina se hace presente en cada tabernáculo y baja de las alturas del cielo al corazón del hombre miserable. Este es un pensamiento avasallador, incom– prensible al hombre. Francisco estaba tan dominado de esa idea, que mientras vivió puso todo su empeño en amar y reverenciar al Sal– vador eucarístico, los lugares eucarísticos y el sacerdocio eucarístico. II. Pero en manera alguna se contentaba con eso. La Eucarístía ocupaba también el primer lugar en su actividad apostólica, lo mismo que en su piedad personal, corno ya lo hizo notar Bartolorné de Pisa, el cual entre las enseñanzas de San Francisco coloca ante todo sus instrucciones acerca del Sacramento del Altar ( 26 ). También Boeh– rner, autor protestante que ha publicado la obra: Analekten zur Ge– schichte des Franzikus von Assisi, indica el Sacramento del altar como "el terna predilecto del Santo" ( 27 ). Y de hecho Francisco no sólo habla de paso sobre la Eucaristía siempre que se le ofrece ocasión, sino que se ocupa de ella en largos capítulos de sus escritos, y de ocho cartas que de él poseernos tratan cinco del todo o en gran parte acerca de la Eucaristía ( 28 ). Y siempre y en todas partes siente la necesidad de inculcar al pueblo, a los príncipes, a los sacerdotes y a sus propios hijos esta verdad, que tan profundamente estaba impresa en su corazón: "Ninguna cosa veo corporalmente en este mundo de ese altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo Cuerpo y preciosa Sangre ...". (26) BARTH. DE P1ssA, Conform., lib. I, fructus XII, pars 2, ed. Analecta franc., IV, pp. 595-598. (27) BoEHMER, XXIX. (28) Epístola quam misit omnibus fidelibus; Epist. ad Capitulum Genera/e; Epist. ad omnes clericos; Epist. ad universos custodes; Epist. ad populorum rectores.

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