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SAN FRANCISCO Y CRISTO 57 tu acerba Pasión; la segunda, que sienta en mi corazón, en cuanto sea posible, aquel excesivo amor con que Tú, Hijo de Dios, fuiste llevado a padecer voluntariamente tan grande Pasión por nosotros pecadores" ( 83 ). Y cuanto más tiempo prolongaba Francisco su oración pidiendo esas dos gracias y cuanto mayor era la devoción con que meditaba la Pasión y el amor infinito de Jesús, con tanto mayor ímpetu se levantaban en él las llamas de la piedad hasta que todo él quedó transformado en Jesús por la fuerza del amor y de la compasión. Y mientras estaba haciendo esa oración y abrasándose en esas llamas, he ahí que vió al Salvador Crucificado venir hacia él en figura de un Serafín. La maravillosa imagen de Cristo resplandecía con los ful– gores de la Transfiguración y ardía en los abrasadores incendios del sufrimiento. Las cicatrices de los pies y manos y la llaga del costado, que estaba abierta, aparecían rojas de sangre. Y la imagen miró a Francisco con ojos tan indeciblemente dulces y tiernos, que el Santo estuvo a punto de morir de gozo y de compasión. Al mismo tiempo sintióse atacado de vivísimos dolores; sus manos y sus pies fueron atravesados como con clavos rusientes y su costado derecho fué abierto como por una lanza. Las llagas del Salvador brillaban y relucían en su carne ( 84 ). (83) FmRErn, 3~ Considerazione delle Sante lstimmate. (84) THoM. CEL., I, 93-96; Tract. de 111irac., n. 4; Tres Socii, c. 17; S. BoNAV., c. 13, n. 3; Actus, c. 9; FmRETII, ibídem. Todas estas noticias acerca de las circunstancias de la estigmatización (sin exceptuar el relato de los Fioretti se remontan a un fiador único, es decir, a Fr. León, que fué testigo ocular del maravilloso acontecimiento. La relación de los Tres compañeros, uno de los cuales era Fr. León, tiene por autor a este último. Tomás de Celano y San Buenaventura se informaron por los compa– ñeros de San Francisco que todavía vivían, en nuestro caso por Fr. León. Fr. León gustaba de contar este episodio también a la nueva generación, de la cual procedieron los Fioretti; así lo afirma expresamente EccusroN, ed. BREWER, Monu:menta franc., I, 51; Anal. franc., I, 245; LIITLE, 93. Una noticia autógrafa de Fr. León sobre las llagas de San Francisco, véase en BoEHMER, 69 y P. M1cHAEL BIHL, De Stigmatibus S. Francisci Assis., en "Archiv. franc. hist.", III, 406 ss. El modo cómo esa extensa narración de Fr. León llegó hasta Fr. Hugolino, mtor de los Actus B. Francisci y hasta su secretario, nos lo dice éste mismo: "Hanc historiam (sobre la estigmatización, tal como la refieren los Actus-Fio– retti) habuit frater Iacobus de Massa ab ore fratris Leonis et frater Hugolinus de Monte Sanctae Mariae ab ore dicti fratris Iacobi, et ego qui scripsi ab ore fratris Hugolini, viri per omnia fide digni. Ad laudem Dei." Actus, c. 9, n. 71, ed. SABATIER, p. 39. Como se ve por todo lo expuesto, aquí sólo nos interesan las circunstancias detalladas de la estigmatización. Sobre el hecho mismo de las llagas, véase lo que dijimos en la nueva edición de P. BERNHARD CHRISTEN, Leben des heiligen Franziskus von Assisi, Innsbruck, 1922, 380-390, y en el artículo: Trois témoignages inconnus sur les stigmates de S. Fran9ois, en "Études franciscaines", t. XXXIV (1922), 121-125. Véase también FRANCESCO PENNACCHI,

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