BCCCAP000000000000000000000206
LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 421 alma con los ángeles en el cielo, de tal manera que sólo el delgadísimo muro de su carne lo separaba de la vista de Dios (1W). Parecía como si ya entonces estuviera de familia en las eternas moradas (1 3 º) y como si las armonías de la eternidad resonaran en su alma mientras oraba. Los tonos fundamentales sobre que estaba acordado su espíritu de oración eran el amor y la alabanza. Que la piedad de Francisco estaba sostenida por el ermar de Dios, sólo necesitamos indicarlo aquí. Ya en los primeros capítulos de nues– tra obra (1 31 ) hemos expuesto cómo él fué el caballero del amor divino y toda su persona una sola oración de amor. Y lo que aca– bamos de decir sobre su piedad, puede también al fin reducirse a esta sola palabra: amor; amor es el secreto de toda la vida de oración de nuestro Santo, amor es el acento principal que hace vibrar cada una de sus prácticas de oración, y cuando designamos su espíritu de ora– ción como una contemplación afectiva e inmediata, con eso queremos decir ante todo que la nota dominante de su piedad es el ardiente y avasallador amor de Dios. Siempre se indica esto como la propiedad característica del Santo. "Ebrio de amor divino", le llaman los Tres Compañeros (1 32 ); "ardiendo en amor divino" lo describe Tomás de Celano (rn 3 ): "Con sólo oír nombrar la palabra amor de Dios, se con– movía, se encendía, se inflamaba, como si alguno hubiera pulsado las cuerdas más íntimas de su corazón y las hubiera puesto en movi– miento" (1:i 4 ). "¿Quién podrá describir la ferviente caridad en que se abrasaba Francisco el amigo del Esposo?", exclama San Buenaventura. "Semejante a un carbón encendido parecía completamente absorbido pore peregrinus a Domino vir Dei Franciscus praesentern spiriturn caelo con– tcndcbat infcrre, et angelorurn civern iarn facturn solus carnis paries disiun– gcbat." lbíd., II, n. 94. (lRO) " ... ut ipse liberius suarn intentionem dirigere posset ad Dcurn, et bcatarurn rnansionurn in caclo positarum, frequenrer mente excedens, circuire possct ac ingredi officinas, et in pinguedine gratiac coram placidissimo et sere– nissimo univcrsorum Domino se in caelestibus praescntare ... " lbíd., I, n. 102. (131) En especial, cap. II. (lil2) "Alii pietate commoti movebantur ad lacrimas, videntes eum ... ad t:mtam ebrietatem divini amoris tam cito venisse." Tres Soc., n. 21. ( 1 33) "Amore divino fervens sempcr ad fortia mittere manum, et dilatato corde viam mandatorum Dei ambulans, pcrfectionis summam attingere cupie– bat." THOM. CEL. I, n. 55. (134) "Inter alia verba, quorum usus essct in communi sermone, amorem Dei non sine quadam sui immutatione valebat audire. Subito namquc ad audi– tum amoris Dei excitabatur, afficiebatur, inflammabatur, quasi plectro vocis cxtrinsecac chorda cordis interior tangerctur." Ibíd., II, 196. "Nam supra hominum intellectum afficiebatur, cum nomen tuum, sanctc Domine, nomi– naret, et totus exsistens in iubilo ac iucunditate castissima plenus, novus certr homo alterius saeculi videbatur." Ibíd., I, n. 82.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz