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LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 419 enseña el Espíritu Santo, y le manifiestas lo que te apesadumbra, y le pides lo que deseas y le das gracias por lo que de él has recibido, en nombre tuyo y en el de otras personas. La tercera está dentro del corazón sin que digamos palabras, con sólo el deseo, sin que la boca pueda expresar todo lo que está encerrado dentro del corazón. La primera oración es buena, la segunda mejor, la tercera la mejor." De lo que llevamos expuesto se desprende que Francisco era maestro en todas tres clases de oración; sólo nos resta investigar el espíritu de oración que en ello le animaba. Es, por decirlo brevemente, el espíritu de contemplación. El mismo Santo designó como su ideal "el adorar y ver siempre al Señor, Dios vivo y verdadero" ( 11 G). Sus discípulos inmediatos admiraron en él ante todas las cosas "la contemplación y la sabiduría de las verdades eternas" ( 116 ). Y San Buenaventura asegura que "San Francisco, lleno del espíritu de Dios, ardía en deseos de adherirse todo él a Dios por el goce de una contemplación no interrumpida" ( 117 ). La palabra "contemplación" significa aquí ante todo no solamente la piedad en general, sino la piedad aj'ectiva, la oración del corazón. Verdad es que en la vida de oración de Francisco tenía también su parte la actividad intelectual, la cual no puede faltar a ninguna ora– ción; pero con todo, el punto de partida y de llegada para el Santo era el corazón, el sentimiento, la fuerza de voluntad que tiende hacia Dios, la intimidad con Dios y la unión con Dios. Esto se deduce de todas las oraciones que de él poseemos. En la oración se ocupa del más alto misterio especulativo, de la santísima Trinidad; pero a pesar de toda su profundidad de pensamiento su oración viene involunta– riamente a ser una cadena no interrumpida de íntimos afectos ( 118 ). Se abisma en la consideración de los misterios de la vida y de la pasión de Jesucristo ( 11 º), pero de manera que sus oraciones a Cristo, como advierte Tomás de Celano, venían a terminar en el anhelo de ser disuelto v estar con Cristo (1 20 ). Profesa una devoción infinitamente tierna a i\faría (1 21 ), y esa devoción es siempre y en todas partes un fi- (115) Cfr. supra, p. 403. (116) "Contemplatio et sapiencia aetcrnorum." T11m,1. CEL. II, n. fl~. Por "contemplación" se entendía la mística in actu, por "sabiduría" la m1st1ca in habitu. Véase ZAHN, Einfülmmg in die c!Jristlic!Je Mystik, 2 cd., Padcr– born, 1918, 38. (117) "S. Franciscus Spiritu Dei plcnus desidcrio flagrnvit... ut totus pos– set adhaerere Deo per assiduac contemplationi:. cius ¡:,ustum." S. BoNAv., Determ. quaest., pars 1, q. 1, Opera, VIII, 338. (118) Cfr. supra, p. 404. (119) Cfr. supra, p. 406. (12•!) "Dcsidcravit dissolvi et cssc cum Christo." Trml\1. CEL. I, n. 71. (121) Cfr. supra, pp. 409-412.
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