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LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 411 gélica" ( 7 º). A esta capilla conducía siempre a los Frailes que se le iban juntando, "para que la Orden de los Frailes Menores, que había tenido allí sus principios por la intercesión de la Madre de Dios, tomara allí mismo aumento e incremento con su asistencia" ( 71 ). Esta capilla de la Virgen Madre de Dios "vino a ser el punto de partida y el centro de la nueva Orden, el alma de su fundación. Allí brotaba la fuente que en mil y mil claros arroyuelos de plata corrió silenciosa y humilde y modesta por todo el jardín divino de la Iglesia y trans– formó en verdes y florecientes campiñas muchos campos antes eriales y desiertos. Allá volvía siempre Francisco de sus largos viajes a Oriente y Occidente; después de haber alegrado y confortado con su presencia en sus peregrinaciones a los Frailes, fundado conventos, vestido con la librea de la pobreza a príncipes y señores, pobres y humildes, hombres y doncellas, después de haber consolado a los que lloran, reconciliado enemigos, repartido la limosna de la palabra y del pan, sentíase de continuo empujado hacia allá, hacia aquella oculta capilla que fué la cuna de su Orden" e 2 ). Amó este sentuario más que todos los lugares del mundo, y estando para morir lo encomendó aún al cuidado de sus Frailes ( 73 ). A su sombra quiso también exhalar el alma (7 4 ) después de elegir a la santísima Virgen por abogada y protectora de su Orden y de sus Frailes para todos los tiempos (7 5 ). De ahí podemos deducir con qué frecuencia y fervor rezaría el Santo a María. No se contentaba con las prácticas marianas conteni– das en el Oficio litúrgico, ni con el Oficio (parvo) de la Virgen, que él mismo añadía al Oficio divino ( 70 ). Tomás de Celano asegura que "Francisco dedicaba especiales alabanzas a la Madre de Jesús, le rezaba (70) S. BoNAV., C. 3, n. l. (71) lbíd., c. 4, n. 5. (• 2 ) HETIINGER, Aus W elt und Kircbe, I, 5 ed., Friburgo de Brisgovia, 1902, 229. (73) THoM. CEL. I, n. 21, 106; II, n. 18 s., 160. (74) Ibíd., n. 108. (75) "Sed quod laetificat plurimum, Ordinis advocatam ipsam constituir, suis– quc alis quos relicturus erat filios usquc in finem fovendos et protegcndos sub– misit." lbíd., II, n. 198. El biógrafo añade esta instante oración: "Ea, pues, Abo– gada de los pobres, ejerce en nosotros el oficio de protección hasta el tiempo prefijado por el Padre." (7G) Opuse., cd. LEMMENs, 119, 126; BoEHMER, 66, 107. En cambio la ordena– ción, que siguiendo a W ADDINGo ( Annales ad annum 1219, n. 30), suele todavía atribuirse a San Francisco, y la cual manda que todos los sábados se celebre una misa solemne en honor de María Inmaculada, no tiene por autor al Seráfico Padre, sino a San Buenaventura. Éste en el CapÍtulo General celebrado en Asís en 1269 dió la siguiente ordenación: "Ordinamus ob reverentiam gloriosae Vir– gínis, ut in quolibet sabbato ad ipsius honorcm dicatur sollemniter missa, quando fieri potcrit bono modo. Ad cuius etiam honorem fratres praedicent populo,

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