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LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 403 nos hablan todas las fuentes de la primitiva historia franciscana ( 34 ). II. Volvámonos ahora a los particulares ejercicios de oración de San Francisco. Pero no vayamos a pensar que su piedad consistía en muchas o complicadas devociones. Su devoción venía ante todo a ser sencillamente la humilde, filial, beatífica adoración y glorificación del Dios uno y trino. "Adorar y ver siempre al Señor, Dios vivo y ver– dadero", tal era para él el compendio de la vida de oración (B 5 ). Basta recorrer la primera Regla de la Orden, para convencerse del fervor con que practicaba la devoción a la Santísima Trinidad y la recomendaba a sus Frailes. En el capítulo XVII de la Regla les ordena que "sobre todas las cosas deseen el temor de Dios y la divina Sabiduría y el amor divino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo." Y después les exhorta diciéndoles: "Devolvamos todo bien al Señor, al Dios altísimo y sumo y reconozcamos, que todo bien corresponde a Él y démosle gracias a Él, de quien todo procede. Y Él, Dios altísimo y sumo, solo verda– dero, tenga, reciba y acepte todo el respeto y veneración, todas las ala– banzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y toda la gloria, Él a quien pertenece todo bien y que solo es bueno. Y cuando ve– mos u oímos qne alguno dice o hace alguna cosa mala o que Dios es blasfemado, bendigamos nosotros por nuestra parte, demos gra– cias, alabemos al Señor, que es bendito por los siglos de los siglos. Amén" ( 36 ). En el capítulo XXI hay una exhortación, que todos los Frailes, clérigos y legos, debían dirigir al pueblo y la cual comienza con esta alabanza de Dios: "Temed y honrad, alabad y bendecid, glorificad y adorad al Señor, Dios Todopoderoso en Trinidad y Unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo" ( 37 ). En el capítulo XXII Francisco amonesta aún con más insistencia a los Frailes: "Hermanos, guardémonos todos cuidadosamente de per– der nuestro espíritu o nuestro corazón y de apartarlo de Dios con pretexto de algún premio o, placer o cualquier otra ventaja. Al con– trario yo ruego en la santa caridad, que es Dios, a todos los Frailes tanto a los Ministros como a los demás, que alejando todos los impe– dimentos y dejando a un lado todos los cuidados e inquietudes tcrre- (34) TrmM. CEL. I, 20, 40; Tres Socii, n. 41; Fr. Aegid. Assis. Vit,1, 76, 78, 79, 85, 86, 109, 110, 113; Dicta, 10, 41-52, 70-74; S. Clarae Assis. Vita, c. 3, n. 19 s., p. 759; c. 5, n. 36, p. 762; S. Antonii Pat. Legenda prinz.1, c. 7, n. 6-10, p. 36 s.; c. 15, n. 1-7, p. 50-52; THoM. DE EccLEST., col!. IV, p. 28; coll. V, p. 30 s.; coll. XIV, p. 97, etc. (35) " ... semper adorare et viderc Dominum Deum vivum et vcrum mundo corde et animo." Admonitiones, n. 16; Opuse., cd. LEMMENs, 14; BoEHMER, 46. (36) Opuse., cd. LEMMENs, 47 s.; BoEIIMER, 17. (37) LEMMENS, 50; BOEHMER, 19.
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