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396 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS tuario ele esta catedral, para considerar más de cerca la piedad del Poverello en seutido más estricto, su vida de oración, sus ejercicios de oración, su espíritu de oración. l. La palabra vida de oración de San Francisco no es ninguna exa– geración. De hecho el trato íntimo con Dios ocupa en él tanto espa– cio, un lugar tan prominente, que su vida era una oración en sentido bien propio. Todo su tiempo era "un santo ocio", durante el cual su corazón se ocupaba de la eterna sabiduría, según la expresión de su biógrafo (3). La oración era su felicidad terrena, el sol sin nubes de todos los días, el más seguro puerto, en que su corazón estaba al abrigo. No limitaba su devoción a sólo algunos momentos; parecía que no podía ya apartarse de Dios, en cuya presencia se mantenía en oración fervorosa, humilde y filial; bien anduviera o estuviera sentado, dentro y fuera de la celda, durante el trabajo y durante el reposo, al comer y al beber, siempre y en todas partes estaba orando, pero de tal manera que hacía la impresión de que dedicaba a la oración no sólo su corazón y su cuerpo, sino también todas sus obras y todo su tiempo ( 4 ). Evitaba todo aquello que hubiera podido turbar este continuo tem– ple de oración. Con gran cuidado procuraba conservarse libre de las cosas del mundo, para que la celestial serenidad de su espíritu no fuera turbada ni un momento por el polvo terreno. Se hacía como insen– sible a todas las sugestiones exteriores que pudieran distraerle; velaba con tal diligencia sobre sus sentidos exteriores y dominaba tan de continuo las conmociones interiores del alma, que sólo podía estar ocupado con Dios. Habitaba con preferencia "en las hendiduras de las peñas y ponía su morada en los agujeros de los parajes escarpa– dos" ( 5 ). Vivía en una beatífica devoción en celdas solitarias, que eran especialmente a propósito para la oración, y cuando estaba fati– gado y exhausto, descansaba tanto más tiempo y más familiarmente en las llagas del Redentor ( 6 ). ( 3 ) "Otium sanctum, quo sapientiam cordis inscriberet, faciebat de tempore suo." THOM. CEL. II, n. 94. (~) "Nam eius tutissimus portus erat oratio, non unius existens momenti, vacuave aut praesumptuosa, sed longa temporc, plena devotione, hurnilitate pla– cida ... ; ambulans, scdens, comedens et bibens orationi erat intentus." lbíd., I, n. 71. "Nam ambulans et sedens, intus et foris, laborans et vacans orationi adco erat intcntus, ut illi videretur non solum quidquid erat in eo cordis et corporis, verum etiam operis et ternporis dedicasse." S. BoNAv., c. 10, n. l. (G) Cant., II, 14. (G) "Propterea summum eius studium erar ab omnibus, quae in mundo sunt, liber exsistere, ne, ve! ad horam, contagione alicuius pulveris, mentís eius sere– nitas turbaretur. Inscnsibilem omnibus quae pcrstrepunt exterius se rcddebat, et totis visceribus undique sensus exteriores recolligens ac motus anirni cohibens, soli vacabat Deo. In forarninibus petrae nidificabat, et in caverna maceriae habitado eius. Felici certe devotione circuibat caelibes mansiones et in vulne-

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