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SAN FRANCISCO Y LA CIENCIA 393 medio son santificadas (1 5 · 1 ). Entendidas de esta manera, San Buena– ventura les atribuye una grande importancia. Su escrito "de reduc– tione artium ad Tbeologiam" es un himno a la armonía existente entre la ciencia natural y la ciencia sobrenatural y la fe. "Todos los conoci– mientos, escribe, tienen su valor para la inteligencia de la Sagrada Escritura; en ella terminan, por ella se perfeccionan, por medio de ella son ordenadas a la iluminación eterna. . . Es pues evidente que la múltiple sabiduría de Dios, que claramente se nos da en la Sagrada Escritura, se oculta en toda ciencia, y que todos los conocimientos están al servicio de la Teología. Y el fruto principal de todas las ciencias consiste en que contribuyen a robustecer la fe" (1 55 ). Y añade que la Filosofía no sólo es útil, sino indispensable; que sin Filosofía es a menudo imposible comprender y defender las doctrinas dogmáticas, que muchos pasajes de la Sagrada Escritura no pueden sencillamente entenderse sin el conocimiento de las ciencias profanas (1 56 ); que la Filosofía con las cosas naturales por ella investigadas construye un espejo, por el cual ve la Teología las verdades divinas; que ambas ciencias juntas forman la escala de Jacob, cuyo pie descansa sobre el suelo de la Filosofía y la cumbre penetra en el cielo de la Teología, y todo esto por Jesucristo Señor del mundo y de la verdad natural y sobrenatural (1 57). 3. - Por esta escala deben los Frailes subir de continuo al cielo, cul– tivando la Teología y la Filosofía en espíritu de piedad. En esto está, según San Buenaventura, la señal característica de la ciencia fran– ciscana. Dominicos y Franciscanos, dice, se diferencian de todos los demás religiosos por la especulación científica. Después da como señal distintiva entre la ciencia dominica y la franciscana: "Los Domi– nicos se dedican principalmente a la especulación y después a la pie– dad; los Franciscanos principalmente a la piedad y después a la es– peculación. ¡Ah! ojalá que esta piedad y esta unción nunca se queden en segundo término" ( 158 ). Esta ciencia franciscana está personificada en el mismo San Buena- (154) Collatio XXII in He.r:aiimeron, n. 21; Opera. V, 440. Por lo demás toda la enseñanza en la Edad Media estaba dominada por el principio de que en materia científica lo único digno de estudio es la Teología, y que todas las demás disciplinas no son más que caminos y medios para conseguir ese fin último de todo saber humano. Véanse las pruebas en FELDER, o. c., 380 ss. (tr. fr. 395). (155) De reductione artiwn ad theologiam, 11. 7, 26; Opera, V, 322, 326. (15G) Epist. de tribus quaest., ibídem. (157) Breviloquium, pro!. § 3; Opera, V, 205. (158) "Alii principaliter intendunt speculationi et postea unctioni; alii princi– paliter unctioni et postea speculationi. Et utinam iste amor ve! unctio non recedat!" Collatio XXII in He.r:aiimeron, 11. 21; Opera, V, 440.

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