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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 307 le Romanis advierte que los dominicos al dedicarse a la predicación labían introducido un elemento sustancialmente nuevo en la Regla de ►an Agustín ( 16 ). En el mismo sentido dice Santo Tomás, hablando le los Benedictinos y Agustinos: "Ambas órdenes, la de los monjes y a de los Canónigos regulares están destinadas para las obras de la vida :ontemplativa" ( 17 ), no para la actividad apostólica. En oposición a esto dedicóse Francisco (y lo mismo habría que decir le Santo Domingo) a la actividad apostólica con el mismo fervor con 1ue se consagró a la vida apostólica o evangélica (1 8 ). Tuvo precur– ;ores en esta profesión, en cuanto que durante el siglo xn muchos Jredicadores ambulantes habían ejercitado su actividad apostólica, los llnos en dependencia de la Iglesia, los otros en oposición a la misma. A. los primeros pertenecen San Norberto de Xanten y Roberto de A.rbrissel ( 19 ), a los últimos Pedro de Waldo y los Pobres de Lión ( 2 º). Todavía en 1201 los Humillados lombardos ( 21 ) y en 1207 los llamados Pobres católicos ( 22 ) habían recibido de Inocencio III la autorización para la predicación ambulante. Poco después se resolvió también Francisco por el apostolado, pu– diéndose creer que a ello fué inducido por ejemplo de esos predica– dores; pero no es esa la verdad. Conocemos lo bastante el estado de ánimo de Francisco al principio de su nueva vocación, para poder afirmar que lo que le indujo a abrazar la carrera apostólica no fué ni el ejemplo de fuera ni su propia predilección personal ni las necesidades de aquel tiempo; lo único que a ello le movió fué la vocación de lo alto. sucesores de Santo Domingo, es decir, a Jordán de Sajonia o a Constantino de Orvieto. (16) "Ipsi supra regulam addiderunt... praedicationem." HuMBERT. DE Ro– MANs: De eruditione praedicatorum, lib. 2, c. 10, ed. Maxima Biblioth. PP., t. XXV, 461. ( 1 7) "Utraque religio, scilicet monachorum et canonicorum regularium ordi– natur ad opera vitae contemplativae: ínter quae praecipua sunt ea, quae aguntur in divinis mysteriis." Su:mma theol., 2, 2, q. 189, a. 8, ad 2. Cf. S. BoNAV., Quaes– tiones disputatae de perfectione evangelica, q. 2, a 3, n. 12. Opera, V, 164 s. Determinationes quaestionum circa regulam FF. Minorum, q. 2. Opera, VIII, 338 s. (18) Cfr. supra, p. 17 ss. (19) Acerca de éstos y otros predicadores ambulantes de la primera mitad del siglo XII, cfr. JoH. voN WALTER, Die ersten W anderprediger Frankreic!Js, zwei Teile, Leipzig, 1903 y 1906. (20) Cfr. supra, t. I, pág. 94. Además, K. MüLLER, Die Waldenser und ihre einzelnen Gruppen bis zum Anfang des XIV Jahrhunderts, Gotha, 1886; HAUPT, W aldensertmn und lnquisition, Friburgo, 1890. (21) TmABoscm, Vetera Hmniliatorum Monumenta, II, Mediolani, 1767, 133 ~'.;. (22) lNNOCENTII III, Epistolae, lib. 11, 196; MrGNE, Pat. lat. 215, col. 1513. Cfr. PIERRoN, Die katholischen Armen, Friburgo de Brisgovia, 1911. (23) Cfr. pp. 36-52.
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