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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 305 abla de la actividad apostólica ( 5 ). Si pues él y sus dsicípulos se han ranjeado merecimientos inmortales en la predicación del Evangelio, es ebido ante todo a la tradición irlandesa, según la cual los monasterios ebían ser el centro de la cura de almas. Lo mismo cabe decir de las badías benedictinas fundadas más tarde entre los anglosajones, de las uales procedían San Bonifacio y sus discípulos. La Regla benedictina, como tal, separaba al monje completamente el mundo y con eso impedía también su trabajo misional en el mundo. ldemás los moradores de las abadías eran en su mayor pane legos, e tal modo que los clérigos y más los sacerdotes eran raras excepcio– es y sólo con dificultad eran recibidos en los monasterios o admitidos las órdenes sagradas. Y aun cuando un monje era sacerdote, no debía redicar ni en el convento, cuánto menos para los seglares, permitién– osele únicamente dar bendiciones y decir la misa ( 6 ). En lo demás ~nía que repartir el tiempo, como todos los otros monjes, entre el ezo y el trabajo. Sin embargo, en los siglos posteriores los monjes sacerdotes fueron umentando cada vez más en los monasterios y comenzaron también a redicar en sus propias iglesias. Cuando los Clérigos regulares o Canó– igos, fundados en el siglo XI se quejaron de ello, el Abad Ruperto e Deutz ( t hacia 113 O) escribió la apología de los monjes con el título Sobre la vida verdaderamente apostólica". En ella enseña que un 1onje sacerdote con la ordenación recibe también el derecho de pre– icar y bautizar; y que si bien el ejercicio de estos derechos lo hace ún más semejante a los Apóstoles, sin embargo que la esencia de la ida apostólica consiste sencillamente en seguir a Cristo por la obser– ancia de los tres votos. Que por lo mismo todo verdadero monje, con Slo hacer esto último, es un verdadero apóstol, como al contrario todos )S apóstoles fueron monjes (7). Según esto, el apostolado en cuanto ignifica ministerio de la predicación estaba pues muy lejos de la Regla e San Benito. Y de hecho los monjes sólo excepcionalmente tomaban (5) Cfr. S. CoLUMBANI Regula coenobialis, ed. MrGNE, Patr. lat., t. 80, col. 09-230. ( 6 ) "Si quis de ordine sacerdotum in monasteriis se suscipi rogaverit, non uidem citius ei assentiatur; tamen si omnino perstiterit in hac supplicatione, sciat : omnem regulae disciplinam servaturum; nec aliquid ei relaxabitur. . . Conce– atur ei tamen post abbatem stare et benedicere aut missas tenere. . . Clericorum utem si quis eodem desiderio monasterio sociari voluerit, loco mediocri collo– entur et ipsi... Si quis abbas sibi presbyterum vel diaconum ordinari petierit de lis eligat qui dignus sit sacerdotio fungi. Ordinatus autem caveat elationem ut superbiam nec quidquam praesumat, nisi quod ei ab abbate praecipitur... ,ocum vero illum semper attendat quo ingressus est in monasterium, praeter fficium altaris ... " S. BENEDICTI Regula, c. 60; 62. (7) RuPERTI ABBATIS TUITIENsrs De vita vere apostolica, lib. 2, c. 16, 17; lib. 3, . 7, 8; lib. 4, c. 11; MrGNE, Pat. lat., t. 170, 631-634, 637, 648.
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