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I. SAN FRANCISCO Y EL EVANGELIO I Los discípulos de San Francisco hablan de una mudanza en la vida de su Maestro, a la cual llaman su conversión (1). Con ello • quieren ante todo significar sencillamente el paso de Francisco de la vida mundana a la vida ascética, del mismo modo que entre los mon– jes de Occidente era siempre designado con el nombre de conversión el ingreso en una Orden religiosa (2). Ahora que con este cambio de profesión iba unida una completa transformación en la personalidad de Francisco, según lo refieren detalladamente los Tres Compañeros y Tomás de Celano ( 3 ). El mismo Francisco llegó a designar como vida de pecados todo el período de su vida anterior a su conversión en oposición a la vida evangélica de penitencia que hizo después ( 4 ). Y sin embargo su juventud no había sido tan mala. Un hombre de un nivel ordinario no hubiera visto en ella una amonestación a volver en sí y menos a convertirse. Sus pecados se reducían a sentimientos y actos demasiado mundanos. Su alegre natural se desbordaba en locas diversiones y en sanos placeres juveniles. Su corazón y su fantasía estaban llenos de los cantos de los trovadores ambulantes, de las can– ciones de gesta, fábulas y serventesios provenzales. Gustábale recorrer las calles de su ciudad natal al frente de la "áurea" juventud y ser fe:,¡– tejado como rey de la juventud, usar preciosos vestidos y dar esplén– didos banquetes a sus camaradas ( 5 ). Estas eran las faltas cometidas en la primavera de su vida, de la cual dirá más tarde: "Cuando yo estaba todavía en pecados ... " Y aun en estas sombras se descubren ya rayos luminosos que dejan traslucir sus buenas cualidades naturales y las gracias sobrenaturales con que Dios lo ha prevenido para su futura vida evangélica. (1) Así THoM. CEL., I, n. 21; II, n. 2; S. CLARA, Regula Sororum pauperum c. 6, en: SnARALEA, Bullar. francisc., I, 674; loRDANUs A lANo, Chron., n. l. (2) Cfr. Regula S. Benedicti y las numerosas citas de DucANGE-CARPENTEruus, Glossarium mediae et infimae latinitatis, sub v. "conversio". También Santa Clara de Asís (l. c., c. 1) llama conversión a su propia entrada en el claustro. (3) THOM. CEL., I, n. 3-22; II, n. 3-14; Tres Socii, n. 3-25. ( 4 ) Testament., Opuse., ed. BoEHMER :6, LEMMENS 77. (5) THoM. CEL., I, n. 1-3. Tres Socii, n. 1-2. 21
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