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LA HUMILDAD FRANCISCANA 195 de Dios, que nunca salía de su asombro. Consideraba sin cesar con sus Frailes las muestras de divina largueza que en tanta abundancia habían recibido ( 52 ) y continuamente ks encarecía que sólo a esta divina largueza había que atribuir, si algo de bueno tenían u obraban él y los suyos ( 53 ). Por el mismo motivo procuraba también ocultar a los ojos del mundo todas las prerrogativas y todos los éxitos que pudieran pro– curarle las alabanzas de los hombres, porque sabía que la gloria externa siempre viene con menoscabo del valor interior del alma y juzgaba que es menos peligroso no tener ningUna virtud ·. que abusar de la virtud para su propia alabanza ( 64 ). Llegó hasta el punto de prohibir la leyenda de los mártires de Marruecos; porque allí se hablaba de él con mucho honor ( 1111 ). Del mismo modo procuró con solícito cuidado ocultar hasta su muerte sus sagradas llagas ( 56 ), · cumpliendo a la letra aquella reco– mendación que hada a sus Frailes: "Bienaventurado el siervo que atesora en el cielo los bienes que el Señor le ha conceclido y no desea manifestarlos a los hombres con la esperanza del premio, porque el mismo Altísimo manifestará sus obras a los qúe bien le pareciere. Bienaventurado el siervo que guarda en su coraz6n ·los secretos del Señor" ( 57 ). ·· · Si a pesar de todo la fama de sus virtudes llegaba a hacerse pública, él alegaba la sobreabundancia de la grada divina, a la cual corres– ponde todo el mérito. Entonces solía repetir su comparación favo– rita: "Francisco, si el· Altfsimo hubiera concedido a un bandolero las gracias que a ti, él se mostnfrfa más agradecido ·que tú" ( 08 ). Cuando otros admiraban y alababan su santidad/él les amonestaba diciendo: "Aun puedo tener hijos e hijas, no me ·alabéis como si ya estuviera seguro. A nadie hay que .alabar mientras es incierto su fin" ( 59 ). Para él era cosa fuera de duda, que si Dios le concedía tantas gra– cias con prefeien~ia a otros, era por ser el más indigno de todos y porque así toda la gloria pertenecía a Dios. "¿Por qué a ti, por qué (li 2 ) TtiOM. CEL. I, .n. 34. (6J) THoM. CEL. II, n. 134; S. BoNAV., c. 6, n. 3. (tH) "Sciebat fomac pretium conscienti:ie secretum minuere, longcquc dam- nosius abuti quam cnre.re virrutibus," Tuo1v1; CEL. II, n. 139. (65) kmn. A lANO, n. B. (56) TnoM. CEr.. I, n. 95 s.; II, n. 135"-138. ( 57 ) Verba admonit., e, 28; Opurc., cd. LEMMENs, 19; Bo!!HMER, 49. (58) " ... Latroni. tnnta contulisset Altissimus, gmtior te forct, Frnnc.iscc." TaoM. CEL. II, n. 33. (lill) "Nam sacpc, cum be:itificaretur a pluribus, verba hniuscemodi rcspon– debat: Filios et filias ndhuc habere possum, nolite laudare securnm. Nemo laudaa- dus, cuius ínccrrus cst exitus." lbíd., n. 133. ·

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