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156 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS en la Orden; pues la gran mayoría de los Frailes eran todavía iletrados o legos (illitterati, nescientes litteras, idiotae, laici) ( 64 ). Como tales, no tenían otro remedio que dedicarse exclusivamene al trabajo manual; más aún, tenían rigurosamente prohibido por el Fundador de la Orden el estudiar y aun el aprender el salterio (ºú). En su mayoría tampoco eran aptos para una vida de continua oración. Tampoco el trabajo a domicilio, que los artesanos franciscanos podían hacer para los segla– res, habría sido muy productivo; este trabajo a salario ya no hacía, por decirlo así, ningún papel ( 66 ). Los trabajos de casa dentro de las pequeñas y pobres residencias tampoco eran suficientes para ocupar tantas manos, pues hasta 1240 no existían siquiera huertos; que se hubie– ran podido cultivar ( 67), Existía pues el peligro de que muchos hermanos legos anduvieran ociosos. No en vano se vió obligado Francisco a precaver tan decidi– damente contra la ociosidad tanto en sus Reglas como en su Testa– mento ( 69 ). En este punto fué riguroso, inexorable. Decía que los (04) Véase FrLDE.R, Gescbicbte der. wimmscblf(tlicben Studiem im Frm– zfrkaneTOrden, p. ol S, (trad. franc.. p. i5). (@) L. c., p. 71 (trad. francesa, p. 79). (60) Ya San BUENAVENTURA, a propósito del capítulo de la Regla de 12Z3 referente al trabajo hace notar que Francisco no esperaba evidentemente sacar una ganancia considerable del trabajo manual de los Fr.iiles, y que él mismo con el trabajo manual de toda su vida no habría ganado seguramente 12 denarios: '1pse autem de labore manuum parvam vim facieb11t nisi propter otium declinandum, quia, cum ipse fuerit Regulae obscrvaror perfecrissimns, non credo, quod umquam lucratus fucrit de labore manuum duodeclm dena– rios vcl eorum valorem¡ sed potissíme Fratres ad orationem moncbat,. ncc volebat quod illam cxstinguerent propter luc.rum." Epist. de tribus quaest., n. 9; Opera, VIII, 334. ( 67 ) El General de la Orden Fr. Haimón (desde 1240) fué el primero que mandó hacer huenos grandes para legumbres, fundándose para ello en que es mucho mejor que los mismos Frailes· cultiven las legumbres, que no irlas a mendigar de otros. (Fa. TBOMAE DE ECCLEsroN, Tractatur . de adventu FF. Minorwn in Angliam, coll. 10, ed. Ltrn.r., · Pnris, 1909, 55 s.) San Buenaventura muestra aun mayor amplitud de miras al dar la razón por qué se tienen gran– des huertos en los conventos, diciendo que los mismos son necesarios no sólo para el cultivo de legumbres, sino también para el oreo de los Frailes; para que los enfom10s se recreen, los sanos haUen reposo, y cobren nuevas fuerzas los debilitados por el estudio." (Determinationes quaest., pan 2, q, 6; Opera, VIII, 341). (GS) En los antiguos monasterios, donde corno es sabido casi todos los mon– jt'S eran legos, los legisladores castigaban la ociosidad lo mismo que Francisco. S. Agustín fustiga con fina ironía a cienos· monjes legos holgazanes y añade: "No está bien que los artesanos no trabajen en el estado religioso, donde los senadores se hacen trabajadores, y que los siervos lleven vida regalada, mien– tras los grandes propietarios renuncian a todos los regalos." ( De opere morui– cborum, c. 25, n. 33; M1mrn, Patr, Lat., 40, 575.) Con el mismo rigor reprueba Benito de Nnrsía la ociosidad y desea que hasta los Frailes débiles y enfermos
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