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EL MANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN FRANCISCANA 149 bajamos, nosotros (los monjes) y nuestros hermanos (los conversos) y los jornaleros, cada uno según su posibilidad" ( 32 ). Más tarde también entre los Cistercienses fué prevaleciendo el prin– cipio de la repartición del trabajo, dedicándose ]os monjes letrados a trabajos intelecruales, mientras ]os hennanos conversos con los cria– dos y jornaleros atendían al trabajo mmual ( 88 ). Esta ojeada histórica sobre la concepción evangélica, apostólica y monástica del trabajo es muy importante· para apreciar en su justo valor la actitud del Povcrello a este respecto. Las palabras y los ejem– plos de Cristo y de los Apóstoles determinaron a Francisco a cultivar con ardor el trabajo manual. Y esto tanto más cuanto que los anti– guos monjes, los cuales en su mayoría no eran sacerdotes, como no lo eran tampoco los primeros Franciscanos, habían tenido siempre en · sumo aprecio la tradición del trabajo. Y porque el trabajo manual era • una obligación diaria y · de toda Ia vida en especial para los monjes iletrados y sirvientes, Francisco hace notar expresamente que él y sus primeros Frailes habínn sido iletrados y sumisos,· y por lo mismo dedi– cados a trabajos manuales: "Éramos iletrados y sumisos a todos. Y yo con mis manos trabajaba y quiero trabajar, y todos los otros Frailes firmemente quiero que trabajen de trabajo honesto" ( 84 ). Sin embargo el trabajo tenía en la Orden franciscana un significado , muy distinto que entre los Benedictinos: éstos trabajaban con el fin t de adquirir bienes, y siempre en tierra y suelo propio; en cambio los franciscanos, como no tenían posesiones, trabajaban para ganarse el sustento y debían buscar fuera las proporciones de trabajar y ganar. En una palabra: la pobreza franciscana trajo consigo el trabajo a sala– rio. Todo el mundo civilizado de la Edad Media consideraba como equivalentes los conceptos de pobreza y trabajo a salario. El traba– jador era necesariamente pobre, porque no recibía de salario m:ís que su diario sustento, y el pobre era necesariamente trabajador asala- , ria.do, porque de otra mnnera no podía encontrar el sustento diario ( 8 1i). , (32) Dialogus inrer Cluniacensem et Cisterciensem monachum, en MARTENE : ET DuRAND, Thesaurus 11ovus anecdotortcm, Lut. París, 1717, t. V, 1623, n. 52. (SB) Sin embargo, no vayamos a formarnos una. idea demasiado elevada de la "literatura" de los monjes, del siglo XI al XIII. t.sa se reducía en muchos a apren- . der de memoria el Salterio. Y habfa también una numerosa clase de monjes propiamente dichos que eran de hecho analfabetos. Cfr. P. Em,RHARil HoFFMANN, Das K011veue11institut des Zirterziemerórdens, Frlburgo (Suizn), 1905', 40. S6lo desde mediados del siglo xm se. entregaron los antiguos monasterios seriamente al trnbajo científico. (Cfr. FELDER, Geschicbte der wissenscbaftlicben Studien im Franziskanerorden, 118-120; trad. francesa, p. 128.) (3 4 ) Testament., Opuse., cd. LE.'1:llIENs, 19; BoruIMER, 37. (85) Santo Tomás de Aquino resume en las siguientes palabras est:1. relación entre la pobreza y el trabajo a salario: "l\.Iercenarii (los que trabajan a salario) r ···,· i 1· ~ . r ,

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